El río La Vega, en Llanera, vuelve a teñirse de marrón «por un vertido de barro»

La contaminación de este río se debe presumiblemente a la actividad desarrollada por una explotación minera próxima a su cauce. Hasta el momento, ninguna de las administraciones competentes ha actuado para prevenir daños en la flora y fauna del cauce, ante la desesperación de unos vecinos que han visto cómo se ha ido perdiendo el entorno natural.

El diputado del PP Rafael Alonso reclamaba ayer a la consejera de Transición Ecológica «adoptar las medidas necesarias para que evitar nuevos episodios de contaminación en el cauce del río La Vega». «De nada han servido las labores de repoblación si no se ataja el problema, así como tampoco vale de nada sancionar cuando lo que se requiere es corregir las medidas», defendió Alonso en alusión al expediente sancionador realizado por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico para actuar ante este tipo de situaciones. Un hecho que fue denunciado por los ecologistas, en el verano de 2023 tras un gran vertido de barro, y tras lo cual reclamaron en varias ocasiones que se recuperase el cauce, y que se investigase la procedencia y autoría del mismo.

Con la misma dureza se manifestó la edil del PP llanerense Nuria Niño para denunciar el «ninguneo» del alcalde, el socialista Gerardo Sanz, a las continuas quejas y advertencias que tanto vecinos como populares llevan realizando desde hace cuatro años ante la situación del río La Vega. «Estamos cansados de oír hablar de políticas medioambientales en el Ayuntamiento, cuando a la hora de la verdad Gerardo Sanz mira para otro lado desatendiendo las labores diarias que, de hacerse, habrían evitado situaciones como esta», lamentó Niño. La edil popular lamentó que su concejo sufra «un doble abandono» por las administraciones autonómica y local, porque «ante una Asturias que no funciona en manos del PSOE, aquí sumamos también el ninguneo de un alcalde que tiene a Llanera totalmente abandonada».

Además, los vecinos puntualizaron que «se hizo una repoblación de trucha autóctona no hace mucho y daba gusto verlas saltar pero ya no queda ninguna». «Hay días que no parece agua sino barro», puntualizaba José Aurelio Rodríguez, el propietario del bar La Vega al tiempo que miraba resignado e agua turbia que pasa la lado de su establecimiento.