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«Estamos en un limbo. Después de quince años luchando, estamos igual que al principio o peor». Los vecinos de Pumarabule, en Carbayín, afectados por las grietas y hundimientos en sus edificios ya ni siquiera están «enfadados» por la situación en la que se encuentran ... tres lustros después de que todo empezara. «Sí estamos decepcionados aunque casi ni palabras encontramos», apunta este colectivo que ve ahora cómo su última esperanza de ver solucionados sus problemas se desvanece ante sus ojos. El próximo día 19 está previsto celebrar el sorteo de los pisos que el Principado decidió construir, en principio, para dar una solución a su situación; algo que finalmente no sucedió.
Y es que a estas nuevas viviendas –que a pesar de ser nuevas están completamente deterioradas por el vandalismo; se construyeron pero nadie ha entrado a residir en ellas– no pueden optar los vecinos de Pumarabule para quienes en principio se pensaba que irían destinadas ya que son propietarios de los actuales pisos en los que residen; esos que se hunden y que cuentan con un informe desfavorable de evaluación de edificios. Son 66 familias las afectadas por esta problemática. No todos los bloques ni los pisos tienen las mismas deficiencias, alguno incluso se salva. Los vecinos siguen viviendo allí y, explican, nada les ha sucedido desde que en 2009 se constataran los problemas en los edificios, construidos en 1953.
Ahora, cuando faltan unos días para que se celebre el sorteo de las nuevas viviendas –construidas frente a la barriada original y que permanecen cerrados desde 2020, cuando acabaron las obras– ven cómo definitivamente se les cierra esta vía y además, temen, se abre otro camino que creen sólo puede traer más dificultades.
Ahora, explican, «empezarán a llegarnos las sanciones». «Volverán las multas», lamentan. Y es que aseguran que no pueden hacer frente a las reparaciones que desde el Principado consideran que hay que acometer en sus edificios, con informes de evaluación desfavorables.
Hay un edificio que tiene apuntalada la caja de la escalera, otro presenta unos sótanos destrozados y el número 11 «está bastante tocado, se está partiendo por la mitad». Otros localizan el problema en unos sótanos que no hay por dónde cogerlos. A pesar de todo, los vecinos siguen residiendo allí. Son dueños de sus pisos, lo que les impide entrar en el sorteo de los nuevos que se supone construían para ellos, pero no tienen capacidad para acometer unas reformas que serían integrales. Y no entienden nada de lo que ha ido sucediendo a lo largo de todos estos años.
«El millón de euros que dicen que se van a gastar en arreglar los nuevos bien los podrían destinar a nosotros», apuntan.
Así las cosas, con tantas batallas y entienden que la guerra también perdidas, se preparan para lo que entienden pasará ahora. Algunos vecinos, explican, «ya estamos preparando las alegaciones para cuando nos lleguen las multas» del Principado.
Hoy han convocado una reunión a las 20 horas para explicar lo que está sucediendo y analizar qué pueden hacer, aunque todo parezca ya perdido. Estudian llevar a cabo algún tipo de movilización.
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