Los rostros de los fieles se iluminaron en cuanto escucharon las palabras que tanto ansiaban escuchar: «Ha dejado de llover y creemos que aguantará. Salimos». Y los numerosos vecinos de Grado que se habían atechado en la iglesia de San Pedro fueron saliendo y colocándose de forma ordenada frente al templo para ver salir los pasos en la procesión de las Siete Palabras.
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El Cristo de la Buena Muerte y la Dolorosa centraron las miradas, dentro de una comitiva procesional en la que no faltaron las damas con mantilla ni numerosos niños, que al terminar el recorrido por la capital moscona lanzaron –tras escucharse 'La muerte no es final' en versión instrumental'– pétalos de flores rojas a las dos imágenes, en el mismo lugar en el que había empezado el recorrido.
Fue este último uno de los muchos momentos emotivos de una procesión organizada por la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, con la que procesionó, además, el presidente del PP asturiano, Álvaro Queipo, en la que la música tuvo un papel muy especial: con la Unión Musical del Principado y la Tuna Oviedo.
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