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Ana Rodríguez
LUANCO.
Lunes, 1 de abril 2024, 02:00
Tras varios días sin tregua en los que la lluvia impidió que las imágenes procesionaran por las calles de Luanco, por fin salió el sol, acompañando así la procesión de La Venia, el reencuentro del Cristo Resucitado con su madre, la Virgen María. Y en ... La Ribera, un año más, el pendón rojo de la Cofradía de Pescadores de Luanco voló tres veces sobre la arena húmeda, sin tocarla, asegurando una buena temporada de pesca según marca la tradición. Allí tuvo lugar también el reencuentro.
Y miles de personas se dieron cita tanto en la arena como en el muelle, sin dejar ni un hueco hasta formar una fila que casi llegó hasta la iglesia.
La imagen del Cristo entró por el lado izquierdo de la playa, lentamente hasta llegar al centro. Por el lado derecho, apareció la Virgen, recién llegada de la capilla de la Concepción, donde pernoctó desde el Viernes Santo, y cubierta hasta abajo con un mantón negro, símbolo de luto por la muerte de su hijo. Delante, el pendón ondeaba al paso de su portador, que caminó solemnemente hasta el centro de la playa escoltando el paso.
Al unir, lentamente, ambas imágenes, los cofrades destaparon el cuerpo de la Virgen del Rosario, coronada y con traje de seda blanca, bordado en oro y perlas. Entre aplausos, la sirena de la rula de pescadores hizo saber al pueblo entero lo que en esa playa estaba ocurriendo, acentuando así el ambiente marinero. «Te pone los pelos de punta», aseguró Guillermina Vázquez, vecina de la villa de Luanco, que vive la Semana Santa como la celebración más importante de la capital gozoniega y siente cada una de las procesiones: «Fue una pena que este año no pudieran salir por la lluvia, pero menos mal que tuvimos La Venia, la más bonita de todas», expresó.
Julio Pardo, de Avilés, también se emocionó con la celebración de la procesión, a la que acude todos los años con su familia desde su ciudad «porque es muy especial, sobre todo al celebrarse en la playa».
A la par que el reencuentro de la madre y su hijo, el portador del pendón se arrodilló ante el Cristo Resucitado y ondeó con fuerza la bandera, que finalmente pasó tres veces al ras de arena, sin tocar ni una sola vez el suelo, provocando el entusiasmo entre los luanquinos. No en vano, este hecho, creen, les augura una buena temporada de pesca.
La banda de música comenzó a tocar el himno de España y, al finalizar, las imágenes fueron devueltas a la iglesia de Santa María.
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