Ana Rodríguez
Luanco
Domingo, 28 de enero 2024, 01:47
La artista Rosa Samoano nació en Ceuta, pero con tan solo un mes se fue a vivir a su amada villa marinera, Luanco. Samoano hace de todo, desde escultura y pintura hasta cerámica, «todo lo que se pone a mi alcance», asegura la luanquina, ... que logró hacer del arte su profesión al convertirse en jefa del Departamento de Arte del Colegio Jesuitas de Oviedo. Siente que «la vida es demasiado corta» para hacer todo lo que quiere, pero hoy le toca ser parte de un gran evento: da pregón de las Fiestas del Socorro.
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-¿Cómo se siente al haber sido nombrada pregonera de las fiestas?
-Es un orgullo muy grande para mí. Yo siempre he hecho todo por Luanco, soy extremadamente feliz aquí y es un lugar donde me siento protegida. Por eso, esta oportunidad es muy especial y agradezco mucho que un pueblo como este me considere para ser la pregonera.
-¿Cómo se viven las horas previas al gran día?
-Con un poco de nervios porque, aunque estoy acostumbrada a hablar en público, suele ser con gente desconocida y aquí voy a mirar al pueblo entero, los conozco a todos. Aún así, estuve muy tranquila mientras estaba escribiendo el pregón y espero que les guste. Yo estoy muy feliz.
-¿Algo que pueda adelantar de lo que dirá?
-Voy a comenzar hablando de mi vida, de una niña que llega a Luanco y es la más feliz del pueblo. También compartiré mi enorme admiración por los marineros y por sus mujeres, que para mí tienen el mismo mérito. La mujer en la mar fue impresionante, tenía que quedarse en casa a cuidar a los niños, vender el pescado e ir con sus maridos, sacar a su familia y la casa adelante estando siempre feliz. ¡Viva la mujer marinera!
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-¿Qué recuerdos guarda del Socorro?
-Lo que más recuerdo es cómo empezaban las fiestas. Tiraban unos voladores y ya se oía a la banda del pueblo de aquí para allá, dando vueltas por todas partes. Nosotros íbamos detrás cantando: 'Viva Luanco, puerto hermoso'. Luego llegaban los cabezudos y eran lo máximo en aquel momento. Yo estoy muy orgullosa porque, durante una temporada, los cabezudos desaparecieron y me daba mucha pena así que comencé a indagar y descubrí que estaban en una caseta del campo de fútbol, completamente deshechos. Entonces los arreglé todos, recordando aquella época, y ahora los han vuelto a retomar. Es una tradición que espero que dure para siempre.
-¿Qué es lo más especial de las fiestas?
-Me gustan muchísimo las habaneras, que se cantan por los bares y luego se hacen todos juntos. Yo estuve un tiempo sin cantar y este año voy a retomar y ya voy a cantar siempre. Es la parte más nuestra. También son muy especiales las procesiones, primero la cívica y luego la religiosa.
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-¿Han cambiado mucho con los años?
-Todos los pueblos marineros tienen una historia y tradiciones que no se deben de olvidar nunca y el problema generacional se ve en todo, hasta en la forma de vivir. Antes los niños no teníamos más divertimentos que la calle y las fiestas las esperábamos con ansias. Ahora son más descafeinadas, pero aquí estamos para mantenerlas y darles vida.
-¿Algún mensaje para quienes quieran acudir al Socorro?
-Que las fiestas son estupendas. Tenemos calderadas de pescado, que están divinas, los cánticos que tenemos por los bares libremente son maravillosos y el que no canta es porque tiene algo en la garganta. En general, mucho ambiente y mucha gente que sale a la calle. Somos un pueblo abierto, que acogemos a todos los que vengan y que les haremos felices. Creo que somos buenos anfitriones.
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