Distrito langreano de Riaño, concretamente en la zona Manzana de Cobranes. Tarde del martes. Hace frío. Una vecina baja a reciclar papel a uno de los pocos contenedores soterrados que quedan en la localidad. No hay gente en la calle, nadie la ve. Lo siguiente que sucede parece un guion de película.
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Suena el teléfono en las dependencias de la Policía Local de Langreo. Un agente contesta: «Buenas tardes Policía Local de Langreo, ¿en qué podemos ayudarle?». Y al otro lado del teléfono escucha una voz entrecortada y agitada, cuyo relato es casi increíble: «¡Ayuda! Soy una vecina de Riaño y estoy dentro de un contenedor de papel. Y no puedo salir». Los agentes que estaban de guardia intentan aclarar la situación y ayudar a la mujer.
La primera decisión fue acudir de inmediato al parque de perros de dicho distrito, donde se encuentran los contenedores. La tapa del contenedor de reciclar papel estaba cerrada y el resto abiertas. Al abrirla, comprobaron que allí, sin daños aparentes, pero muy asustada, se encontraba una vecina. Procedieron a ayudarla para salir de un encierro involuntario que pudo conllevar peores consecuencias.
¿Cómo cayó dentro del contenedor? La mujer fue a reciclar papel y al tirarlo dentro se le cayó una bolsa en la que creía que tenía unos treinta euros. Al darse cuenta, intentó recuperarlos de inmediato sin medir las posibles consecuencias de su acción. Así que si pensarlo estiró su brazo, se puso de puntillas y se abalanzó hacia adelante. Una posición peligrosa, al menos para otra persona que pasaba por el lugar y la advirtió de que podía caer y no iba a poder salir. Pero la idea de recuperar sus treinta euros le pudo más que las advertencias y volvió a intentarlo. En esta ocasión, la gravedad pudo más que su cuerpo y la vecina terminó dentro del contenedor de cartón y papel de Cogersa, junto a la bolsa que tanto deseaba.
Lo siguiente un golpe fuerte y seco: la tapa del contenedor se había cerrado de repente. Y después llegó la llamada a la Policía Local para que la rescatasen. Una vez fuera del contenedor, la mujer continuaba nerviosa y portaba en su mano la bolsa que propició el desastre y en la que supuestamente deberían estar los treinta euros perdidos. Pero no fue así, sacado todo el papel para reciclar y tras mirar una y otra vez la bolsa que la había llevado dentro del contenedor los treinta euros no aparecieron.
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