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MARTA VARELA
EL ENTREGO.
Martes, 13 de febrero 2024, 00:42
A finales de los años 50, el emergente barrio de Santa Marina inauguraba su iglesia. Un edificio que se mimetiza con la barriada debido a ... su estética de ladrillo visto. Pero aquellos años de esplendor en el edificio distan mucho del estado en que se encuentra ahora. De hecho, a principios del pasado mes de enero se produjo el derrumbe de parte de su techumbre, lo que ya anuncia su posible desaparición. Se suman, también, meses con mínima actividad.
La mayor parte del tejado que cubre el atrio del inmueble se ha desplomado ya. Los vecinos asumen que la iglesia pueda cerrar, pues ahora abría tan sólo los domingos para la función religiosa correspondiente, y atendía ya a pocos feligreses, según las apreciaciones vecinales. Apostillan que «si va poca gente a misa es porque nunca se preocuparon de nosotros, dejaron de hacer cosas por el barrio y fuimos perdiendo el amor por esta iglesia, por lo que fuimos yéndonos a otros templos de la ciudad». Así, recuerdan que el párroco hubo un año que «ni dejó sacar la virgen en procesión, por lo que ahora ya ni lo intentamos».
Durante las últimas décadas la falta de un buen mantenimiento ha propiciado un claro deterioro del inmueble, que ha comenzado a visibilizarse con el derrumbe de una parte del tejado. Los vecinos temen que se extienda, en breve, a toda la cubierta. Algunos feligreses confirman que la dejadez se hace patente en el interior del templo. De hecho, se puede observar en su exterior cómo los canalones no cumplen su función y permiten que el agua se filtre al interior.
A todo lo expuesto se suma el estado de la sujeción de la campana, que critican que puede que no sea «todo lo seguro que debería; habría que revisarlo», al igual que podría ocurrir con la cruz de la parte superior del campanario.
Por ello, desde Santa Marina, los vecinos reclaman a la Iglesia que repare el templo e incremente la actividad del mismo. De lo contrario no se opondrían a que fuese derribada, pensando en garantizar la seguridad de la zona. Anselmo Álvarez, que pasea por la zona con asiduidad explica que «cuando pasas por delante, miras de reojo a la iglesia y tratas de alejarte, no vaya a ser que caiga algo».
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