Gaspar García Laviana, hijo predilecto de San Martín

De este modo, el Pleno ratificó una propuesta de la Comisión de Cultura, a instancia de la Asociación por la Memoria de Gaspar García Laviana, «considerando los valores de solidaridad, humanidad y defensa de los derechos que le definieron a lo largo de su vida».

Según se destaca en el expediente, Gaspar García Laviana, nacido en Les Roces, en San Martín del Rey Aurelio, «tuvo una vida ejemplar por los altos valores humanos de los que fue portador, sobre todo denunciando las injusticias y luchando por una sociedad mejor en Nicaragua hasta el punto de dar la vida, que fue reconocido por la prensa como asturiano del año 1978, el mismo en el que murió».

Asimismo, añadieron desde la asociación, «fue merecedor, aquí en Asturias, de que recibiera su nombre una avenida en Gijón y una calle en Tuilla, Oviedo y Lugones, al igual que el reconocimiento otorgado por otros cinco colectivos: Asociación Asturiana Gaspar García Laviana, Cantoría GGL, Fundación Asturiana Amigos Padre Gaspar García Laviana, Foro de cristianos Gaspar García Laviana y Asociación para la Memoria de Gaspar García Laviana».

Por otro lado, recoge el expediente, «este Ayuntamiento ya le honró dando su nombre al paseo peatonal de Carrocera y a la Casa de la Cultura de El Entrego, y el de Langreo le dedicó un monumento en una plaza de la barriada de Tuilla, localidad donde vivió su familia. Además, fue objeto de varias publicaciones, entre ellas se encuentran 'Gaspar vive', 'Gaspar misionero y comandante sandinista' (libro y documental). 'Gaspar García Laviana visto desde Asturias', 'Mi vida junto a Gaspar García Laviana' o 'Gaspar a tiempu completu'.

Gaspar, que había nacido en El Entrego el año 1941, era hijo de un minero y el mayor de tres hermanos. Entró en la Congregación religiosa de los Misioneros del Sagrado Corazón. Hizo los estudios habituales en varias casas de la Congregación y se ordenó sacerdote el año 1966, celebrando la primera misa en Tuilla. En el Seminario misionero tenía muy claro que seguir a Cristo en la vida consagrada tenía que ser para dedicarse a los pobres de este mundo, los más insignificantes como diría un teólogo de la liberación para definir la verdadera pobreza. Destinado a un suburbio de Madrid, se hace cura obrero, para que su ministerio no se les hiciera gravoso a los trabajadores como había predicado San Pablo, y, sobre todo, para acercarse hombro a hombro y de corazón a corazón al mundo de los deprimidos y explotados. Trabajó tres años en una carpintería, dedicando su tiempo a la pastoral directa en una parroquia de aquella zona de Madrid. En 1969, se presenta, el primero, a los superiores de su Congregación, que demandaban sacerdotes para Nicaragua.