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El reloj se acercaba a las diez de la mañana, el juzgado de instrucción número 1 ubicado en la calle Dorado en el distrito langreano de Sama estaba en plena actividad. Cuando hasta allí llegó, acompañado de su abogado J. M. F. I, de algo más de treinta años y vecino de La Foyaca, para entregarse ... y que le tomasen declaración sobre lo acontecido el lunes en las inmediaciones de Valnalón, cuando disparó un arma sobre J. M. F. F., de 40 años, alcanzándole en el abdomen. Las fuerzas de seguridad llevaban buscándole casi 44 horas. Allí le indicaron que debía acudir al juzgado de Instrucción número 3 que se encontraba de guardia y así lo hizo junto a su letrado.
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Minutos después era detenido por agentes de la Policía Nacional, que se trasladaron a la sede judicial, y que procedieron a su traslado a sus dependencias policiales de La Felguera para posibilitar cerrar los atestados abiertos sobre este suceso.
El autor de los disparos se personó en el juzgado previsiblemente ante la presión policial que se mantenía en su círculo cercano y en los lugares que frecuentaba de forma habitual. La entrega voluntaria se hizo cuando aún no se habían cumplido 48 horas de los hechos.
Hacia la una y media de la tarde volvía al juzgado número 3, entraba tapándose el rostro con una capucha, para prestar declaración ante el juez. También acudieron agentes de la policía judicial con diferentes pruebas. Por espacio de hora y media, aproximadamente, estuvo relatando los hechos. Tras lo cual, el titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3, en funciones de guardia, dictaba, de acuerdo con el ministerio fiscal, «una orden de prisión, provisional, comunicada y sin fianza». Indicaba que «el hombre se ha presentado esta mañana en el juzgado, acompañado por su abogado, en relación con un tiroteo tras un altercado de tráfico». Una vez conocida su versión de los sucedido «se le atribuye un delito de tentativa de homicidio o, alternativamente, lesiones con instrumento peligroso». La prisión provisional se estableció por «riesgo de fuga, reiteración delictiva y ocultación de fuentes de prueba». Pasadas las tres de la tarde se daba la orden de que fuera trasladado a la cárcel de Asturias. J. M. F. I. regresa así a la prisión en la que estaba cumpliendo un tercer grado, por lo que sólo acudía a dormir por otro delito. El lunes, tras disparar a otra persona, ya no regresó a la cárcel.
La salida de la sede judicial langreana no fue sencilla. Hasta allí se habían acercado a lo largo de la mañana amigos del hombre tiroteado, que comenzaron a increparlo e incluso a amenazarlo de muerte mientras agentes de la Policía Nacional introducían a sospechoso en uno de sus vehículos para su traslado a comisaría y posteriormente a la cárcel.
Con el autor confesó de los dos disparos, el pasado lunes en el cruce de Valnalón, que hirieron al conductor de otro vehículo, J. M. J. J., quedan dos incógnitas por resolver. La primera sería la posible complicidad del padre del detenido, que en el momento del tiroteo conducía el coche en el que ambos huyeron. Y la procedencia del arma empleada, en principio de corto alcance, con la que se realizó el tiroteo.
Se da la circunstancia de que esta familia, padre e hijo, es sospechosa de haber tiroteado con una escopeta, hasta en cuatro ocasiones, el pasado mes de febrero, como adelantó EL COMERCIO, un vehículo que se encontraba estacionado en un aparcamiento del barrio de La Joécara, cerca de su domicilio habitual. Incidente que se zanjó sin denuncia al ponerse de acuerdo con el propietario de coche, al que presuntamente habría entregado otro turismo para resarcir los daños ocasionados al tiroteado.
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