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José Ángel García
Jueves, 29 de diciembre 2016, 14:43
Hace dos años, el Sporting era lo más parecido a un solar. Después de un ascenso y una permanencia, ganadas a pulso sobre el verde, el club no solo consiguió salir a flote sino que pudo encauzar la nave y navegar hacia el futuro con el viento favorable de popa.
La mala gestión anterior había sumido a la entidad en un mar de dudas, maniatada por la presión de los acreedores, que llegaron a poner en entredicho la supervivencia del Sporting. El club quedó a los pies de los caballos e incluso se estudió su posible venta.
La amenaza de cierre parcial de El Molinón amenaza al Sporting. La culpa la tienen los gritos racistas que entonó un sector de la grada en el Fondo Sur y que tenían como destinatario al jugador del Athletic, Iñaki Williams. Denunciados los hechos, el Comité de Competición apreció justo sancionar al club gijonés con el cierre del citado fondo en un partido de Liga. El Sporting mantiene abierto un frente para recurrir el fallo y mantiene la esperanza de que el castigo acabe siendo una multa económica.
Javier Fernández, que accedió a la presidencia del club en sustitución Antonio Veiga a finales de junio, tenía desde hace dos años marcada una hoja de ruta para conseguir el saneamiento de la entidad. Un plan para el medio y largo plazo que los éxitos deportivos del Sporting de los guajes logró anticipar. El ascenso, primero, y la posterior permanencia permitieron al equipo acampar en la máxima categoría coincidiendo con el mayor reparto televisivo que ha conocido el fútbol en España.
El Sporting no podía gastar el dinero en fichajes (sancionado por una denuncia previa por impagos) pero sí podía amortizar la deuda pendiente, sobre todo, con su principal acreedor: la Agencia Tributaria. El club ha resuelto en menos de dos años una deuda superior a los 40 millones de euros.
Para acortar los plazos, el club transifirió la deudad a un banco alemán, inicialmente contraída con Bravo Capital el segundo crédito solicitado para pagar una deuda que había pendiente con Hacienda, y que se aproxima a los 10 millones de euros. El retorno de este préstamo se está llevando a cabo a través de distintas mensualidades que alcanzarán su horizonte final en junio de 2017.
Este mes de diciembre el Sporting finiquitó la controvertida relación con Doyen Group, cumpliendo con el pago de 1,4 millones de euros, último pendiente. Este mismo año, el portal Football Leaks reveló los términos del contrato firmado en su día por el Sporting para la cesión de los derechos económicos de jugadores en condiciones extremadamente abusivas. Llegó hablarse, según el material descalificado, de que Doyen iba a recibir diez millones después de prestar dos al club.
Dejado atrás este escollo, el club presentará en la junta de accionistas que se celebrará a mediados de enero una previsión de deuda para el horizonte de junio de 2017 inferior a los diez millones. 6,8 millones corresponden a la deuda concursal, mientras que 1,8 son de deuda subordinada. A esto hay que añadir el abono de 1.100.000 euros al Ayuntamiento por las marcas. El último pago por este concepto se abordará en diciembre de 2018 y será de 900.000 euros.
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