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Vaqueiros, lucha secular por sobrevivir
Cultura

Vaqueiros, lucha secular por sobrevivir

Adolfo García Martínez AntropólogoEl investigador asturiano vuelve al mundo de los vaqueiros de alzada, matizando la obra por la que obtuvo el Premio Juan Uría Ríu

ALBERTO PIQUERO

Lunes, 21 de diciembre 2009, 03:29

Algo más de veinte años después de la primera incursión en el mundo de los vaqueiros de alzada, vuelve el antropólogo y profesor de Antropología Cultural de la UNED, Adolfo García Martínez a los mismos parajes que visitara e investigara entonces y que le valieron el Premio Juan Uría Ríu, en 1987.

Un extenso prólogo a la nueva edición de 'Los vaqueiros de alzada de Asturias. Un estudio histórico-antropológico' (KRK, 2009), da cuenta minuciosa de la metodología de la que se ha servido, así como de los avances que se han producido a lo largo de estas dos décadas en el estudio de los vaqueiros de alzada.

«Cuando se publicó la primera edición se daban dos circunstancias que debo señalar para comprender mejor el libro. Una es que, en la década de los años setenta del siglo pasado, aún había un nutrido grupo de familias vaqueiras en los concejos mencionados (Salas, Belmonte de Miranda y Somiedo) que seguían practicando su forma de vida ancestral», indica García Martínez en las primeras páginas.

En cuanto al método, parte de «la doble morfología social y cultural» de los vaqueiros, que en su calidad de trashumantes tienen dos residencias, «según estén en los lugares de verano o de invierno».

De otro lado, «los vaqueiros de alzada son un grupo social que se constituye en el seno mismo de la sociedad asturiana, y esto exige un rastreo histórico desde la Edad Media al menos».

De modo que junto al trabajo de campo, se agrega la pauta científica documental para la que fue preciso analizar «las numerosas referencias a los vaqueiros de alzada existentes desde el siglo XVIII en forma de libros, artículos, manuscritos, informes, menciones aisladas...».

Y, claro está, todo ello desde un punto de vista riguroso, que niega otras aproximaciones precedentes sustentadas en teorías raciales y una apelación al difusionismo.

La refutación de García Martínez a esas hipótesis se muestra concluyente: «El difusionismo fue utilizado con frecuencia para explicar los orígenes y las peculiaridades de los vaqueiros de alzada; pero rehúye la problemática causa-efecto y no contribuye a proporcionar una base consistente a la historia de la cultura».

De modo que su alternativa metódica se inclina por «la perspectiva a nuestro juicio correcta: la etnohistórica; los vaqueiros de alzada se han ido formando a lo largo de los siglos, y de este proceso han ido quedando numerosas referencias documentales».

En cuanto al signo materialista con el que afrontó su primer estudio, ahora prefiere matizar, acudiendo a una cita de Franz Boas: «La vida cultural está siempre económicamente condicionada, y la economía está siempre culturalmente condicionada». O sea, la interacción y realimentación entre los diferentes campos de la cultura.

La obra se divide en dos partes. A saber, el proceso de configuración del grupo vaqueiro, en el que intervienen «apropiación de unos espacios, cría de ganado, desarrollo de actividades económicas, independencia de la nobleza dominante en la zona de sus asentamientos y adquisición pro indiviso de todos los espacios no cercados»".

Y, de otro lado, lo que podríamos llamar el sello vaqueiro, que le caracteriza como un grupo étnico, que atiende a su estructura económica, al parentesco y la organización social y el mundo de las mentalidades. Bien entendido, volviendo a Boas, que cada uno de los elementos no es independiente, sino que constituyen una estructura.

Un grupo étnico

En definitiva, un abordaje realizado desde el materialismo cultural, que desemboca en conclusiones provisionales bien fundamentadas: «Los vaqueiros de alzada como grupo social más o menso diferenciado comienzan a formarse a finales del siglo XV y a lo largo del siglo XVI, y se consolidan a lo largo del XVII y principios del XVIII».

Y de idéntica importancia resulta la afirmación en la que Adolfo García Martínez sostiene que «los vaqueiros de alzada son un grupo étnico y no racial»; es decir, el producto de una forma de vida y no la consecuencia de un origen racial.

La supervivencia secular vendría dada, pues, «mediante la unidad y la solidaridad entre sus miembros y el espíritu de grupo, pese a ser un grupo minoritario y marginado, sabiendo combinar técnicas tradicionales -la trashumancia- con fórmulas novedosas y 'mal vistas' -la arriería y el comercio-». Un espíritu que García Martínez pone de ejemplo al campesinado asturiano.

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