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Domingo, 6 de diciembre 2009, 10:47
Casi uno de cada tres asturianos vive a orillas y de espaldas a un río único en Asturias y maltratado. En los 377 kilómetros cuadrados de la cuenca del Nora residen los 225.000 habitantes de Oviedo, los casi 51.000 de Siero, los 13.500 de Llanera, los 5.800 de Noreña, los 2.043 de Las Regueras o los 1.349 que lo ven nacer en Sariego. Y el río lo sufre. La Confederación Hidrográfica del Cantábrico reconoce que la calidad de sus aguas «es deficiente». La industrialización mató la vida en un cauce cruzado por ocho puentes de piedra de origen medieval. Cien millones de euros podrían salvarlo.
Es casi seguro que las primeras redes de alcantarillado de Asturias vertían sus aguas fecales a la cuenca del Nora. Sean estas las romanas de Lucus Asturum o las procedentes de la fuente recientemente descubierta en las obras del Museo de Bellas Artes o de otros asentamientos, como los excavados en Las Regueras o por descubrir. El valle del Nora, casi un llano en una tierra de montañas, sufre una acusada presión demográfica desde la antigüedad.
Lo atestiguan también los ocho puentes de piedra que salvan el cauce y que aún se conservan: Vecuna, Xixún, Tiñana, Colloto, La Corredoria, Cayés, Brañes y Gallegos, algunos de origen romano, otros medievales. El Nora también es cruce de caminos, de rutas medievales: Puente Gallegos, recuerda, que desde el siglo XIII, fue el camino de paso hacia o desde Galicia. Y Oviedo era de Nora a Nora, el alfoz medieval que constituía el Concejo de Oviedo y el de Las Regueras. Y por cada puente se intuye un portazgo (ahí sigue Portazgo, el pueblo, al pie del río en Loriana), un impuesto por cruzar las mercancías a la otra orilla del río.
Todo está documentado. El Nora es citado en numerosos manuscritos, como el de 8 de agosto de 921, en el que Ordoño II otorga a la Iglesia de Oviedo la villa de Naon, en Siero, la de Grandes en Granda y San Martín de Siero. También el 13 de junio de 1186 aparece otro documento, en el que María Díaz y sus hijos conceden al presbítero Gundisalvo una heredad en la villa de Braneas, junto al río Nora.
Ahora, también es cruce de caminos. Las autopistas vuelan sobre el río (A-66, As-II, As-I, A-63 y A-64, lo cruzan). La construcción de cada una de ellas supuso nuevos daños a los bosques de ribera, vertidos de lodos. El enlace de la autovía minera en Siero ha dado las últimas alarmas, enturbiando las aguas.
Necrológica
Lo que está menos documentado es cómo, vertidos puntuales al margen, el río se fue muriendo. En 1982, cuatro técnicos de la entonces Confederación Hidrográfica del Norte firmaron la necrológica del cauce con un estudio comparativo de la calidad del agua entre el Nora y el Piloña. «Sólo unas pocas cabeceras del río y en primavera, presentaban concentraciones altas de oxígeno disuelto y una fauna betnica diversa». Muerto.
El estudio constataba contaminación por vertidos ganaderos en la zona alta, aguas arriba de Pola de Siero, y aguas bajo un fuerte deterioro por vertidos industriales. Los afluentes Noreña, Pumarabule y San Claudio presentaban aún peores indicadores. Cada uno de ellos atraviesa uno o varios, en el caso del Noreña, polígonos industriales desarrollados en la década de los 70, 80 y primeros 90.
A orillas del río se encuentran algunos de los mayores áreas fabriles de Asturias: Silvota. Asipo, Águila Negra, Espíritu Santo, Los Peñones, Granda, Proni y Granda Este, Parque Tecnológico y San Claudio, por citar los más importantes. Cientos de empresas (772 sólo en las áreas industriales citadas), miles de puestos de trabajo y millones de metros de suelo urbanizado a sumar a los de los núcleos de población.
Baños de fin de semana
La industrialización del valle la recuerdan los vecinos. Román Álvarez, nacido «en un molino junto al río», rememora que, «de niño, nos bañábamos los domingos o los lunes y sin tocar el fondo». El sábado cerraban las fábricas, al día siguiente la contaminación más visible, los sueros lácteos, los áridos o las aguas fecales, había rebasado ya Llames, su pueblo. Los lunes, al reanudarse la actividad, el vertido no había llegado todavía.
Poco a poco, el Nora se murió. Las truchas desaparecieron, las zonas de baños, como la que aún se conserva junto a La Corredoria, quedaron tapadas por las zarzas. Román Alvarez responsabiliza «al lavado de las botellas de Coca-Cola», pero ayudaron «otros muchos vertidos. Era una cloaca».
En la actualidad, la 'cloaca' tiene autorizados 82 puntos de vertido por la CHC. La mayor parte industriales, desde la Central Lechera al Ministerio de Defensa, pasando por el pozo minero de Pumarabule. Los más importantes, los de mayor impacto ambiental, sin embargo, son los de las depuradoras de Villaperi y San Claudio. Vierten más de 37,7 y de 4 millones de metros cúbicos de aguas residuales al año, respectivamente. En teoría, tratadas, «pero la capacidad de ambas es, hoy por hoy insuficiente». La CHC reconoce que la calidad del agua del río empeora aguas abajo de las plantas.
Empeora, pero su caudal aumenta. La mayor parte de la cuenca del Nora se abastece de Cadasa con agua del alto Nalón, aunque hay 46 concesiones de aprovechamientos que extraen 13,2 millones de metros cúbicos al año. Cuando el agua de consumo, tras culminar su ciclo, llega al río forma un 'trasvase sucio' de más de 46 millones de metros cúbicos al año.
El Nora sufre porque es distinto. Es, salvo las pequeñas cuencas costeras, el único río de régimen pluvial de Asturias. Se alimenta sólo de lluvias, no hay neveros en su cabecera, por eso sufre un acusado estiaje que empeora las consecuencias de los vertidos. Los 20,98 m³/s de caudal medio y su mínimo de 0,78 reflejan las enormes fluctuaciones que sufre el nivel del río.
«Antes se inundaba medio Colloto, el campo de fútbol lo tapaba una braza de agua», recuerda Álvarez. Ya no, la CHC contruyó una escollera más, como las que jalonan otras villas de sus orillas, pero el organismo recuerda que la mayor parte de la vega es inundable, por lo que frenará los desarrollos en las zonas más sensibles. Polígonos y viviendas están construidos sobre zonas que en la serie histórica han quedado sumergidos alguna vez. Hacia 2015, el organismo prevé aprobar el plan de inundaciones que delimitará las áres susceptibles de ser anegadas y las medidas a tomar por cada administración. «De momento estamos centrados en labores preventivas, preservando el espacio inundable de la presión urbanísitica», señalan desde la CHC.
Maleza y salvación
La contaminación del río trajo otro efecto no deseado: el abandono de sus márgenes. Salvo zonas donde se han creado paseos, el Nora es un río impenetrable, blindado de pinchos. Mientras las aguas se morían, las orillas se poblaron de pájaros. Algo que se ha apreciado, cuando la calidad de las aguas mejoró gracias a la apertura, en 2003, del aliviadero Norte. Entre Pola de Siero y Colloto, el avance es evidente.
«Siempre tuvo trucha, no mucha, pero grande», afirma José Luis González, pescador y vecino de Colloto, «y cangrejos muchísimos». Unas y otros desaparecieron hace 25 años. El crustáceo, amenazado de extinción en toda España, no tendrá volverá, pero las primeras colonizan parte del río, aguas arriba de Villeperi, desde la mejora de la calidad del agua. Pero son muy vulnerables. «Murieron todas este verano por un vertido de Ikea», sentencia, sin pruebas, González.
La confederación reconoce que es necesario más control de la incorporación de los vertidos a la red de colectores y de las «redes piratas», no en aguas de Somalia, sino aquellas que aprovechan para echar al río sin control cualquier sustancia: aceites de motor, sueros o grasas animales.
Sin un mejor control, el esfuerzo de los próximos seis años no salvará el Nora. El Ministerio de Medio Ambiente invertirá cien millones de euros en el saneamiento de la cuenca con la ampliación de las depuradoras de Villaperi y San Claudio y la construcción del colector Norte de Oviedo. Las actuaciones deberían eliminar los principales problemas del río en 2015, pero no todos. El organismo quiere implicar a ayuntamientos y la administración regional en la vigilancia del cauce. Si lo logra, el Nora podrá resucitar.
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