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CARLOS LANTERO BENEDITO PROFESOR DE EQUITACIÓN Y EMPRESARIO DE TRANSPORTE EQUINO INTERNACIONAL
Domingo, 11 de mayo 2014, 19:49
Disfrutando de un agradable domingo en familia, me sorprende la entrevista publicada en este mismo periódico a propósito de una finca de la que soy propietario junto con otros dos de mis hermanos y títulada 'Cuando hablamos de herencias y de dinero, no hay hermanos que valgan'. Ahí está mi hermano José -propietario del terreno contiguo al nuestro- fotografiado, ante la casa de mi propiedad, relatando sus delirios de terrateniente, describiendo la finca de la que tuvimos el privilegio de disfrutar en nuestra infancia.
Arrogante, se lanza a explicar unas «supuestas» irregularidades cometidas por el topógrafo del Ayuntamiento y demás fantasías inventadas o tergiversadas por él, justificando así un enfrentamiento con el resto de sus hermanos. Como muestra de su testarudez, aclarar que fueron tres las mediciones de la finca, la última ya por decisión judicial.
Nunca ha sido nuestra intención hacer pública una situación que llevamos sufriendo veinte años. Cansado de callar, quiero manifestar que, después de estos años ganando pleitos, llegamos al Supremo y éste, en sentencia firme, le condena «a heredar y pagar las costas», responsabilidad que él elude interponiendo inútiles demandas al señor notario y a la registradora de la propiedad, impugnando el pago de sus impuestos en la Agencia Tributaria con el único fin de alargar el, ya de por sí, lento caminar de la justicia.
El 10 de mayo de 2011, firmamos la escritura de adjudicación de herencia -como dictó el Tribunal Supremo-, firmando la juez en su nombre, ya que él se negó a acatar la sentencia. ¡Y ahí está el señor notario Martínez Ceyanes aguantando sus amenazas de impugnación!
José es propietario de la estupenda finca de 5.000 metros cuadrados que le fue adjudicada con una casa de 300 metros cuadrados en la que vive, además de una serie de jugosas propiedades que él mismo enumera en su desafortunada entrevista, herencia calificada de «envenenada». ¡Cuánto bien nacido daría gracias por el legado!
José Lantero Benedito se define sin pudor como «jinete-piloto-parado» y, disfrutando de su momento de gloria, da rienda suelta a su propaganda de «rancio abolengo» -que, en su caso, tiene más de rancio que de abolengo- y a su pataleta de niño malcriado que no se conforma con lo que ya tiene legado aduciendo absurdos pretextos para vivir de la Administración y de todos los que pagamos con gran esfuerzo nuestros impuestos.
«Trabajó poco en su vida»
Asombrosamente, después de jactarse de haber trabajado poco en su vida, decide dedicarse plenamente a impedir el reparto de su propia herencia y comienza su afición por las demandas y pleitos, alardeando de «disfrutar» de justicia gratuita, de comedores sociales, bono social para electricidad... Y, financiado por ustedes y por mí, se dedica a manipular y amenazar al funcionariado del Ayuntamiento, del Catastro, de Hacienda, etcétera, consiguiendo que, finalmente, se demore la ejecución de una sentencia firme en la que, entre otros bienes, se reparte una finca matriz denominada 'La Castañal'.
Nunca hubo parcelación, sino segregación 'mortis causa', cumpliendo con la ley de unidad mínima de cultivo que limita el tamaño de las unidades resultantes en 5.000 metros cuadrados.
La licencia de segregación fue concedida por el Ayuntamiento de Gijón el 20 de diciembre de 2000 y, por lo tanto, no está afectada por posteriores catalogaciones. El Catálogo Urbanístico de Gijón se publicó en el BOPA en agosto de 2010. Según esta licencia de segregación, resultan tres partes que denominan 'A', 'B' y 'C'. Esta última, adjudicada a don José Lantero. Así, figuran en el Registro de la Propiedad los legítimos propietarios de 'A' y 'B'.
José se opuso expresamente a registrar su propiedad, supongo que como parte de su 'estrategia' de manipulación hacia la Administración y engaño a la Hacienda Pública. Y esta es la única verdad documentada sobre la actual situación de la finca.
No tengo intención de iniciar una relación epistolar pública con nadie sobre mis asuntos familiares. La nuestra es, actualmente, una situación legalmente resuelta y que, con la colaboración de la Administración pública -a la que apelo-, quedará solucionada en breve.
Como consecuencia de esta personalidad querulante y tanta tergiversación, nos encontramos siendo víctimas del «aparato» administrativo no sólo nosotros, sino también los abrumados funcionarios del Ayuntamiento, los del Catastro, los de Hacienda. teniendo que soportar sus amenazas y tediosos papeleos con el único fin de hacer dudar al funcionario de lo que ya está claramente resuelto al tener en cuenta sus taimadas interpretaciones.
Siendo él ya heredero de una octava parte de una herencia de mayor cuantía, a la que hay que sumar la de mi padre aún sin repartir, se permite, entre otras cosas, ir en una de sus motos BMW a tomar el aperitivo al Club de Regatas, del que es socio, para luego, sin ningún pudor, acudir a la Cocina Económica y zamparse el plato de comida que le correspondería a alguien mucho más necesitado.
Una «lacra social»
¿Cómo poner fin a esta lacra social que no ceja en hacer uso y abuso de los servicios jurídicos y sociales con cargo a nuestros impuestos?
En cuanto a sus impertinentes declaraciones, como siempre, están llenas de falsedades, calumnias, injurias y difamaciones sobre una familia en la que todos, menos uno, trabajan y viven honradamente y felices disfrutando de la herencia de mis padres, gozando de la educación y valores que me legaron y que me han hecho rico en simpatía y amabilidad, en el amor de mi familia.
Soy rico por lo que doy y más por lo que recibo. Mi padre me enseñó a vestirme por los pies, sin trampas, a valorar lo que soy por ser quien soy, sin necesidad de apelar a mis ilustres -que lo fueron- antepasados.
Declaro públicamente la honradez, integridad y rectitud de mis padres y de mi familia, pero, sobre todo, la de mis hermanas, Isabel y Marta, de las que me enorgullezco y a las que admiro por su paciencia, por su discreción y por su buen hacer en este tremendo caso que nos ha tocado vivir. Que, por residir en Gijón, son las que mayor valor demuestran enfrentándose a sus chifladuras, amenazas, insultos y denuncias con una frecuencia que a cualquiera volvería loco. Gracias Marta, gracias Isabel, por regalarnos vuestro tiempo defendiendo lo de todos. Sí, señores, soy un hombre rico, aunque lo que menos tenga sea dinero.
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