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A. VILLACORTA
Sábado, 10 de mayo 2014, 05:02
Vega, Verdicio y Barayo. Esas han sido las tres playas elegidas por la Universidad de Oviedo para poner en marcha un plan de choque de conservación de la biodiversidad que también afectará a tres arenales cántabros y cuatro más vascos y que ha conseguido casi un millón de euros de la Unión Europea para regenerar unos sistemas dunares maltratados por los últimos temporales, pero, también y «sobre todo, por la acción humana».
En concreto, el proyecto de investigación cuenta con plazo de ejecución de más de cuatro años y un presupuesto de casi 1,4 millones de euros con cofinanciación del programa LIFE+ de la UE -especializado en temáticas medio ambientales y que aporta el 75% de los fondos- y tiene por objeto sentar las bases para la regeneración y la mejora del estado de conservación de los ecosistemas dunares de la zona costera del País Vasco, Cantabria y Asturias, actuando en diez de ellos declarados lugares de interés comunitario.
En el plan participarán más de una treintena de especialistas de la Universidad, que lo lidera a través del Equipo Científico del Jardín Botánico Atlántico de Gijón, el personal adscrito al INDUROT y el Departamento de Biología de Organismos y Sistemas, y ha sido coordinado por el Cluster del Energía y Cambio Climático del Campus de Excelencia Internacional.
Su responsable, la vicerrectora Paz Suárez Rendueles, lo puso como «ejemplo de la colaboración entre Universidad, administraciones públicas, empresas y sociedad civil», ya que se ha conformado un consorcio de seis socios como el Gobierno de Cantabria, la Diputación Foral de Guipúzcoa, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente o la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que aportan el restante 25% de la financiación.
Según explicó el decano de la Facultad de Biología, Tomás Emilio Díaz, en el Principado los trabajos se centrarán en el sistema dunar de Barayo (entre los municipios de Navia y Valdés), la playa de Verdicio (Gozón) y el sistema dunar de Vega (Ribadesella), en los que, «además de mejorar el estado de conservación, se analizarán las causas de lo que está ocurriendo», mientras que «Xagó queda para el futuro». Y, entre las acciones concretas, se reforzará la población de plantas estructurales y se reintroducirán especies de hábitats dunares consideradas como raras, amenazadas o protegidas, se restaurará la dinámica dunar mediante la instalación de captadores de arena, se reducirá la presencia de pinos y se disminuirá, además, el efecto negativo de estas plantaciones, eliminando también especies exóticas invasoras.
El decano precisó, además que este proyecto plantea, por ejemplo, la eliminación de unos 250 pinos del sistema dunar de Barayo, la conservación de 28 especies presentes en los hábitats dunares o la colocación de 50.000 plantas estructurales para favorecer la dinámica natural de los arenales.
También se actuará en la restauración del hábitat de las dunas costeras fijas y móviles y se protegerán unos ecosistemas únicos mediante el vallado de cuerdas y la colocación de postes de madera. Porque «perder estos hábitats significa perder Paraíso Natural», explicó Díaz. Y porque «hay que conjugar ese interés con el de quienes buscan en las playas su descanso».
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