Cressida ya no quiere ser princesa

Todo el mundo parece de acuerdo en que Enrique y Cressida Bonas hacían muy buena pareja. La madre de la chica es una modelo de familia noble que protagonizó un escándalo en los 60 al posar en 'topless', embadurnada con aceite de motor, mientras que su padre es un millonario que preside una tradicional firma de telas, hilados y material de costura, así que la chica heredó esa mezcla de bohemia y buenas maneras que la hacía tan apropiada para bregar con el príncipe pelirrojo. Ya se sabe que el adjetivo 'travieso', aquel con el que Lady Di definió a su hijo menor, se vuelve asombrosamente elástico cuando se aplica a las andanzas adolescentes y juveniles del muchacho. Formaban una combinación ideal, pero parece que nos quedaremos con las ganas de una princesa Cressida, aficionada a las botas Dr Martens, los petos vaqueros y las gomas para el pelo. La pareja ha decidido interrumpir «de manera amistosa» su relación de dos años, justo cuando arreciaban los rumores sobre un compromiso inminente: el mes pasado, habían acudido juntos por primera vez a un acto oficial, un evento solidario en el Wembley Arena donde se les vio hacerse arrumacos y besarse ante 12.000 espectadores. Parecía una exhibición premeditada, una modalidad nueva y muy efectiva de comunicado oficial, así que los medios británicos se apresuraron a hacer cábalas sobre el momento de 2015 en el que podría producirse el feliz enlace. Y parece que ha sido precisamente eso, el incremento repentino de presión sobre la chica, lo que ha dado al traste con el noviazgo de manera inesperada. Según han explicado sus amigos, a Cressida siempre le ha resultado difícil sobrellevar la atención.