Una visita a la gruta desconocida

La comarca del Oriente de Asturias tiene un importante número de cuevas con presencia de arte rupestre en su interior. Las hay conocidas y visitables, como la de Tito Bustillo, el Pindal, La Loja o el Buxu. Otras cerradas para no afectar a su conservación, caso de La Covaciella. Y otras más prácticamente desconocidas por el gran público ya que su acceso se restringe sólo a los investigadores y a pocas personas más. Este último caso es el de la cueva de Coímbre, en el concejo de Peñamellera Alta. Ayer un grupo de privilegiados pudo acceder de forma excepcional a esta gruta dentro de las actividades organizadas en el programa 'Un viaje a la prehistoria del Oriente de Asturias'.

A nivel artístico lo más destacado que alberga esta gruta es el grabado de un bisonte de más de un metro de longitud realizado hace unos 15.000 años y descubierto en la década de los 70. Pero lo que más impresionó ayer a los visitantes fue las dimensiones de la cueva, tanto su tamaño como la altura de sus techos. La gruta tiene varios niveles pero la visita de ayer se centró en la sala principal. Allí, además del grabado, también pudieron visitar las dos zonas donde se están realizando investigaciones a cargo del equipo encabezado por David Álvarez Alonso, profesor-tutor de la UNED.

Pero esta cavidad de difícil acceso también está envuelta de misterio. Según explicaba el guía Javier Gil, se la conocía como la cueva de la bruja, ya que leyenda dice que una hechicera protegía un tesoro de los moros escondido en su interior. Una historia que, para Gil, «seguramente se creó para que no entrasen los niños».