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OCTAVIO VILLA
Lunes, 21 de abril 2014, 10:06
Mediado el siglo XIX, Edward Forbes postuló su teoría azoica, según la cual no debería existir vida en los océanos por debajo de los 500 o 600 metros de profundidad. Lejos de desanimar la curiosidad humana, la teoría animó expediciones como las de los HMS Lightning, Porcupine y, en particular, la del Challenger alrededor del mundo, entre 1872 y 1876, que demostraron que hasta las mayores profundidades abisales albergan vida. La expedición del HMS Challenger marca el nacimiento de la oceanografía moderna y fue una de las inspiraciones de Odón de Buen, el fundador del Instituto Español de Oceanografía, hace ahora 100 años (el 17 de abril de 1914). Hoy, el IEO está presente en todos los mares españoles y en Gijón desde hace trece años. Javier Cristobo dirige la sede local.
-Un siglo de Instituto. ¿De dónde se parte y a dónde se ha llegado?
-Hace 100 años no teníamos ni infraestructuras. El primer laboratorio costero se fundó en Santander y apenas teníamos barcos para hacer sondeos y tomas de muestras de agua. Hoy tenemos una flota oceanográfica española que nos ha permitido tener un conocimiento de los océanos mucho más extenso y amplio. Pero queda mucho por saber. Ahora el reto está en conocer la fauna profunda y el conocimiento de los cañones submarinos y las corrientes.
-Hay quien dice que, a partir de determinado nivel de conocimiento, la investigación no tiene una aplicación práctica. Rebátalo.
-Nunca sabes lo que vas a descubrir en las zonas que no conoces a fondo, y si las especies, o minerales o lo que vayas a descubrir allí, va a tener o no una importancia práctica en el futuro. Cuando Marie Curie descubrió la radiactividad, estaba haciendo una investigación básica sobre las propiedades del radio. El ser humano está obligado a investigar y conocer lo que tiene a su alrededor, y a beneficiar a sus semejantes con sus descubrimientos. Vamos a lugares como la Antártida porque no sabemos si, por ejemplo, la sustancia que segregue un determinado animal puede ser la clave para curar un tipo de cáncer.
-El IEO ha sufrido recortes presupuestarios. ¿Qué líneas de investigación son las irrenunciables?
-Somos el órgano asesor del Gobierno en materia de pesca, de forma que todos los estudios que se están haciendo en las zonas de intereses pesqueros españoles se seguirán haciendo. Son datos vitales para luego negociar con la Comunidad Europea y regular las actividades pesqueras. Otro proyecto es el de Radiales, sobre el cambio climático, en el que tenemos una serie histórica de más de 20 años que no podemos interrumpir. Esos datos son un tesoro. Y el cartografiado de nuestras costas, porque hay una gran parte que aún está sin conocer.
-Acaba de decir que tenemos parte de la costa sin cartografiar...
-Sí. (Se levanta, va a su escritorio y saca un mapa en el que más de la mitad de la zona marítima española se muestra aún por estudiar). No tenemos los fondos profundos cartografiados con ecosondas multihaz, sino sólo con monohaz, que nos da una imagen muy básica de lo que hay. Sólo con eso tendríamos trabajo para muchísimos años. E interesa mucho conocer en detalle los fondos.
-No es lo mismo pescar en un lugar que en otro.
-No, y los pescadores lo saben bien. Y saben del peligro que conllevan, por ejemplo, las redes de arrastre, que convierten en playas de arena los fondos por los que pasan, arrasando con corales y otros refugios que utilizan las especies para criar a sus alevines. Y los pescadores saben que eso destruye los recursos. No podemos proteger la pesca sin conocer y proteger los ecosistemas y los hábitats del fondo.
-El recorte no sólo afecta a programas de investigación. También resta neuronas al Instituto.
-Es que para mí, el mayor problema que tiene la investigación de los organismos públicos es el capital humano, porque tenemos medios y proyectos, pero sin las personas que los desarrollen no es posible llevarlos a cabo. La investigación se ha descapitalizado y se han amortizado muchísimas plazas. Se está diezmando a los equipos de investigación en muy pocos años, y en todos los ámbitos científicos del país.
-¿Y a qué cree que se debe?
-Las administraciones no tienen la sensación de que la investigación sea importante.
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