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EVA MONTES
Miércoles, 2 de abril 2014, 19:36
Primero fueron los conocimientos y ahora son las capacidades. Si en diciembre del pasado año el informe PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos) hacía públicos los resultados en lectura, matemáticas y ciencias de los alumnos españoles, ayer fueron presentados los datos relativos a la resolución de problemas cotidianos, entendiendo como tales que escolares de 15 años manejen un dispositivo mp3, pongan en funcionamiento un aparato de aire acondicionado sin instrucciones, comprar un billete de tren o interpretar un mapa. Y los resultados fueron peores que los anteriores, porque si bien en las materias básicas España continúa en el vagón de cola de la OCDE, al menos la evaluación había experimentado una mejoría respecto al último estudio. En los datos facilitados ayer por el director de PISA y la secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, España ha conseguido cinco puntos menos que en 2003. Ha pasado de 482 puntos a 477, lo que la sitúa 23 puntos por debajo de la media europea, situada en los 500.
Los datos demuestran que los estudiantes tienen dificultades para comprar una combinación de billetes si surgen complicaciones, como perder uno de los medios de transporte, tener que pagar una penalización, retrasos... También presentan dificultades para manejar y programar aparatos electrónicos complejos, aunque cotidianos, como un mp3, una aspiradora o el termostato del aire acondicionado o calefacción.
Traslado creativo
«El objetivo de esta evaluación no consiste en comprobar lo que los estudiantes han aprendido, sino si pueden extrapolar lo que saben y trasladarlo de forma creativa. La economía mundial no se centra sólo en lo que se sabe, sino en lo que se puede hacer con lo que se tiene. La empleabilidad depende de la capacidad para aplicar lo que se ha aprendido», ha afirmado Andreas Schleicher. También ha explicado que la puntuación obtenida por España se queda en el segundo de los seis niveles establecidos por PISA, el que interpreta que un alumno medio español de 15 años debe ser capaz de leer en un mapa de carreteras la ruta más corta cuando el tiempo del itinerario viene dado, seleccionar en un desplegable el mejor punto de encuentro para tres personas que viven en lugares diferentes o comprar el billete más barato, combinando metro, autobús y tren en una ciudad en la que nunca ha estado.
La calificación de todas esas habilidades es la que ha dejado a España en el puesto 23 de los 28 países de la OCDE, liderados por Corea, con 561 puntos, seguida de Japón (552), Canadá (526) y Australia (523), siendo el primer país europeo en aparece Finlandia, con 523 puntos. En el otro extremo, por debajo de los 477 puntos de España, sólo se sitúan Eslovenia (476), Hungría (459), Turquía (454), Israel (454) y Chile (448).
Por lo que respecta a datos internos de España, la Comunidad de Madrid está por encima de la media de la OCDE, con 507 puntos, seguida por País Vasco (496) y Cataluña (488), que si bien no superan esta barrera, sí la puntuación media española.
El análisis de los datos no proporciona grandes diferencias entre chicos y chicas ni entre familias con mayor o menor formación. «No es un tema de entorno sociocultural, es algo que tiene que ver con lo que ocurre en clase», afirma Andreas Schleicher, quien compartió con Montserrat Gomendio la incidencia de los resultados de lo s alumnos nativos y de los inmigrantes, con 39 puntos, frente a los 36 de la OCDE. Esto se debe, según la 'número dos' de Educación, a la «rigidez» del sistema educativo actual, «que entiende la equidad como el trato uniforme a todos los alumnos» y no un desarrollo «individual» de cada uno de los que forman el sistema. «Hasta ahora la equidad se ha entendido como la uniformidad de resultados mediocres», aseveró, mientras hacía hincapié en la necesidad de «un cambio radical en la metodología», que concretó en la LOMCE.
Aludió en ese sentido al «liderazgo» de los directores, la autonomía de los centros educativos y, sobre todo, al profesorado, del que dijo que tiene que realizar cursos sobre adquisición de competencias. No quiso Gomendio responsabilizar expresamente a los docentes, pero puntualizó que son los docentes «los que enseñan a los alumnos» y, por tanto, «son el eslabón más importante. Los profesores van a tener que saber solucionar tareas complejas, ser innovadores y creativos», ha indicado. antes de añadir que «la responsabilidad última de poner en práctica las competencias es de ellos».
No tardó mucho tiempo el PSOE, a través de su portavoz de Educación en el Congreso, Mario Bedera, en acusar al Gobierno de «instrumentalizar» los resultados de PISA para justificar la LOMCE. «No hay nada en la ley que mejore las competencias que dejan en evidencia los programas PISA», afirmó, al tiempo que los sindicatos educativos pedían «más recursos» y «menos recortes» para «innovar» y «ser creativos».
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