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A. AUSÍN
Miércoles, 26 de marzo 2014, 02:07
Últimamente, abría su taller de forma esporádica para comprobar que todo seguía en orden o, de forma excepcional, hacer una reparación a un conocido. Baldomero Rodríguez López, el zapatero de El Cerillero, el hombre que llevaba desde 2012 en litigios con el Ayuntamiento de Gijón para mantener su caseta metálica en una plazoleta de la carretera de Avilés, número 14, falleció el lunes a los 82 años, dejando «una gran tristeza» en un barrio donde siempre cobró precios simbólicos, a veces la voluntad e incluso nada por esas reparaciones de calzado que realizaba para mejorar un poco su exigua pensión.
Sus problemas respiratorios, agravados en las últimas fechas, le impidieron acudir a su última batalla judicial para mantener su taller en plena calle. Él exigía continuar o recibir una contraprestación: «La caseta es mía. Si me la quitan solo pido que me indemnicen o me dejen ir a otro lado en las proximidades», declaraba a EL COMERCIO el 27 de noviembre de 2011 en respuesta al anuncio oficial del Consistorio de que debía dejar este espacio libre para una reforma integral de la acera y la mejora del acceso al colegio público Miguel de Cervantes.
Baldomero recurrió. La junta de gobierno desestimó su recurso en junio de 2012. Entonces acudió a la vía judicial, donde recibiría también un fallo adverso en septiembre de ese mismo año. El zapatero de El Cerillero no cesó en su empeño y recurrió con otra abogada. La vista oral se celebró los días 11 y 12 de marzo. O sea, hace dos semanas. Pero ya no pudo acudir. «A sus problemas de salud se sumó la edad y todo este proceso judicial, que le afectó mucho y le puso muy nervioso, muy alterado», referían ayer sus familiares. De modo que a esta última cita con la justicia para defender su querido taller acudieron en nombre de Baldomero su mujer Victoria y su hija Paqui. Él había ingresado la víspera en el Hospital de Jove. Mientras aguardaban el nuevo fallo, a Baldomero Rodríguez López le llegó ayer la muerte, sin saber su resultado. «De momento, el taller sigue allí», resaltaba ayer una de sus nietas, aunque Baldomero no podrá volver ya a poner en funcionamiento la clavera, la máquina de coser y la horma de hacer zapatos de su bisabuelo, zapatero de profesión, al igual que su abuelo.
Funeral en San Melchor
El zapatero de El Cerillero no empezó su vida profesional de la misma forma. Trabajó primero en una fábrica de galvanizados, que cerró en 1982. Fue entonces cuando puso en marcha su modesto taller, donde ocupaba su tiempo y conseguía, además, un complemento a la pensión. Así hasta que en 2012 le llegó una carta firmada por la concejala de Administración Pública y Hacienda, entonces Carmen Alsina, en la que se ordenaba la retirada inmediata de su caseta metálica. Ya nada volvió a ser igual.
Baldomero Rodríguez, que deja viuda y tres hijos, será despedido hoy, a las cinco de la tarde, en la iglesia parroquial de San Melchor, donde no faltarán familiares, allegados y clientes; muchos de sus viejos y queridos clientes.
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