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A. VILLACORTA
Viernes, 7 de marzo 2014, 04:42
«Estoy malnutrido porque soy pobre y soy pobre porque estoy malnutrido. Y la nutrición es una inversión de futuro». Esos son los «titulares» de lo que está pasando en este país en la actualidad, según alertó ayer la Alianza Nacional contra el Hambre y la Malnutrición en España, un consorcio conformado por expertos, organizaciones sociales y miembros de la Administración para «luchar contra esta lacra social» creciente ante la que se mostraron «sumamente preocupados».
Su diagnóstico es que aumentan los problemas de obesidad entre las personas que están sufriendo con más intensidad los rigores de la crisis. Puede parecer contradictorio, pero no lo es, según explicó ayer Benito Aláez, presidente de la Alianza, que presentó un resumen de las conclusiones alcanzadas por la entidad durante un encuentro celebrado en Avilés el pasado octubre.
Según sus datos, el 2% de la población española pasa hambre (lo que equivaldría a más de 20.000 asturianos), mientras que un 16% sigue una dieta inadecuada. La diferencia estriba en que, mientras que el porcentaje que está privado de alimentos suficientes «ha aumentado ligeramente» con respecto al que se registraba hace diez años, lo que se ha agravado de forma severa como consecuencia de la pobreza es la malnutrición. Y, especialmente, «el problema de la obesidad entre las personas de rentas más bajas, que cada vez son más numerosas».
La razón de por qué el sobrepeso se está cebando con los estratos sociales con una menor renta es bastante simple, contó Aláez: «Las familias con menos recursos tienden a consumir alimentos que suponen una mayor ingesta calórica, que son más saciantes», en detrimento de los alimentos frescos, fundamentales en cualquier dieta equilibrada. Y, de hecho, «las encuestas de salud ponen de relieve que el consumo diario o semanal de frutas y verduras es mucho menor que el de carne o embutidos, lo que varía claramente en función de la clase social, puesto que las más aventajadas consumen más fruta y verdura que las menos aventajadas».
Más chicas con bajo peso
La gordura preocupa, pero lo hace, sobre todo, si hablamos de los más pequeños, otra de las alertas lanzadas por la Alianza, que advirtió de que los datos recogidos también permiten concluir que «el 2,8% de los escolares españoles presenta déficits alimentarios en el desayuno». O que, «además, el 16% de la población infantil sufre sobrepeso» en «el país europeo con mayor desigualdad social, en el que la población en riesgo de exclusión social ha pasado del 20% en 2008 a entre el 25 y el 28% en 2013».
Y la cosa empeora si se tiene en cuenta que «el presupuesto de la red básica de servicios sociales se ha venido recortando en estos años como consecuencia de la crisis», lo que provoca, por ejemplo, que las familias cada vez tengan más difícil el acceso a los comedores escolares.
En cuanto al perfil de los demandantes de ayudas es el de «familias jóvenes con hijos pequeños e hipoteca que vivían con lo justo, mujeres solas con cargas familiares y parados de larga duración».
Frente a ellos, en España, el 2,5% de la población sufre bajo peso. O lo que es lo mismo: un índice de masa corporal menor de 18. «Lo sufren más las chicas que los chicos y parece estar relacionado con un problema cultural».
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