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PACHÉ MERAYO
Sábado, 1 de marzo 2014, 04:49
Han pasado ya 20 años desde que cuatro espeleólogos gijoneses hallaran en una cueva de Piñola los primeros restos de lo que ya se conoce como la familia neandertal de El Sidrón. Desde entonces las sucesivas excavaciones y las ininterrumpidas investigaciones han arrojado decenas de nuevos datos, pero quedan otros por descubrir. Uno de los que ahora más interesa, en palabras del panleontólogo del CSIC Antonio Rosas, es el que contestaría una pregunta que se lleva tiempo planteando: «¿Por qué eran caníbales los 13 de El Sidrón?». Los siete individuos adultos, los tres adolescentes, los dos jóvenes y el pequeño neandertal que con seguridad ocupó el territorio en torno a la cueva asturiana practicaban la antropofagia, «pero ¿lo hacían para saciar su hambre o respondiendo a algún tipo de rito simbólico?». La contestación a esta cuestión depende de los próximos estudios que, según Marco de la Rasilla, el profesor de Prehistoria que guía las campañas de extracción, pudiera inclinarse del lado del símbolo, porque se han hallado enterramientos «que parecen voluntarios» y eso otorga cierto significado sobre el modo de vida del grupo. Habla de que ya entonces pensaban en un más allá después de la muerte. También parece guiar la respuesta hacia el lado del rito el hecho de que, como demuestran los restos hallados, practicaran una «fragmentación intencional de los huesos». Por otro lado es, precisamente, ese estado fragmentario y lo voluntario de su fractura, unido a diversas marcas dentarias en dichos huesos, propias de mordiscos, lo que ha llevado a la formular la teoría del canibalismo.
Los datos arrojados
Tanto Rosas como De la Rasilla apuntaban ayer las nuevas líneas de estudio al inaugurar una exposición, en el Museo Arqueológico de Asturias, que resume las que ya están cerradas y hacen recorrido por los importantísimos datos que han ido arrojando. Algunos tanto que suponen «un antes y un después en nuestro conocimiento sobre el homo neanderthalensis en la península ibérica». Así lo admiten los científicos, que, con Juan Carlos Cañaveras y Carles Lalueza, comisarían la muestra. Un muy didáctico viaje, con fotografías, ilustraciones, réplicas y textos, por todo lo aprendido a partir de los restos de El Sidrón.
Desde la gran tormenta que llevó los cuerpos a la cueva de Piloña, envolviéndolos en el lodo que les conservó, hasta el color del pelo de sus ocupantes (todos ellos pelirrojos), la estatura, («en torno a los 165 centímetros») y datos tan curiosos como que tenían capacidad de lenguaje. Algo que se sabe gracias al gen FOXP2 (clave para la regulación del desarrollo de las neuronas implicadas en el habla) y que supuso una de las aportaciones más relevantes de El Sidrón al conocimiento universal del neandertal.
Las sucesivas investigaciones han determinado también que eran diestros, que tenían los antebrazos y las «piernas proporcionalmente más cortas que el homo sapiens» y, por ejemplo, que usaban la boca «como una tercera mano, con la que agarraban pieles y herramientas». Todo un universo de información al alcance de la mano ahora en la exposición 'Los 13 de El Sidrón', que permanecerá abierta en el Arqueológico hasta el mes de abril.
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