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EVA MONTES
Sábado, 1 de marzo 2014, 04:16
Si sobre la mesa del quirófano hubiera estado Harrison Ford y el cirujano hubiera sido un actor de Hollywood, habríamos pensado que al guionista de la película se le había ido la mano, que había convertido una cinta de aventuras en una de ciencia ficción. Pero no son los cineastas, son los médicos los que se encargan de demostrar, una y otra vez, que la realidad supera en no pocas veces a la ficción.
En esta ocasión ha sido un equipo de profesionales dirigidos por el doctor Alejandro Braña -responsable del servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)- quien ha hecho lo que nadie había hecho antes en España y «muy pocas personas en Europa»: convirtió la tibia y el peroné de una paciente oncológica en su fémur para evitar una amputación total de su pierna derecha. «Es muy difícil hacer algo hoy en día que no se haya hecho nunca, pero esta cirugía, que es de mucho calibre, no se puede afrontar sin los medios humanos con que cuenta este hospital», afirmó el doctor Braña, entendiendo por «medios humanos» los más de 20 profesionales que participaron en el proyecto, de los que la mitad estuvieron presentes en un acto quirúrgico que duró seis horas.
La intervención se llama plastia de inversión y se realizó en una mujer vasca, de entre 40 y 50 años, que llegó al HUCA derivada desde el Hospital Donostia de San Sebastián, por el carácter de centro de referencia nacional para patología tumoral del aparato locomotor que tiene el complejo hospitalario asturiano. «Sufría un osteosarcoma, un tumor maligno, siempre de alto grado, que es más propio de niños y que sólo ocupa un 1% de los tumores malignos en el adulto. En este caso ocupaba todo el fémur de la pierna derecha de la paciente y la única posibilidad de curación que se le ofrecía era la amputación desde la ingle hasta abajo. Es un caso de libro: con esas características, cualquiera hubiera optado por la amputación total», reconoce Alejandro Braña, quien estuvo acompañado por un orgulloso Miguel Rodríguez, director del HUCA.
Pero con una ejecución tan drástica existen muy pocas posibilidades de no convertirse en «una discapacitada, porque las prótesis de cadera son muy poco funcionales», así que la alternativa pasaba por reducir los efectos con una amputación más corta, por encima de la rodilla. «Hoy en día hay muchas prótesis para esas situaciones. Sobre todo desde las paraolimpiadas de Sidney, se avanzó muchísimo en este sentido. No hay que olvidar que hay corredores que compiten con amputaciones como éstas».
La intervención se realizó a finales de enero y hace tres días la mujer regresó a San Sebastián. «Los pacientes lo primero que quieren es curarse y lo segundo, recuperar su vida anterior en la mayor medida posible. Nuestra primera cirugía es imaginativa, con una clara intención práctica, porque si no no tendría ningún sentido». Cuando se fue, la paciente, agradecida y satisfecha, ya levantaba su nueva pierna.
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