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GUILLERMO F. BUERGO
Domingo, 23 de febrero 2014, 02:44
El Conceyu del Texu, una entidad de la que forman parte 34 asociaciones dedicadas a velar por el arte, la naturaleza y la cultura, celebró ayer la séptima reunión de su historia en la localidad peñamellerana de San Esteban de Cuñaba. Su misión es la de velar por el emblemático árbol, una conífera de madera muy dura, 20 metros de altura y que puede llegar a superar los 1.500 años de vida. Y ayer dieron en el clavo porque su afán no era proteger un ejemplar insigne sino un tejo de apenas dos años y 30 centímetros, ante el que se abre un futuro muy preocupante al tener que extender sus raíces junto a una torreta de alta tensión que desde 1985 llevó la luz al villorrio, una aldea con seis casas abiertas que cinco años más tarde era reconocida con el premio al Pueblo Ejemplar de Asturias.
A la entrada de San Esteban, en el sitio de La Lileja, se encuentra la capilla levantada bajo la advocación de San Esteban. Y allí había un tejo, varias veces centenario, que en 1888 fue derribado por una nevada que «duró desde Reyes hasta abril», según recordó ayer Cecilio F. Testón, cronista oficial de las dos Peñamelleras. El tejo tenía un hueco inmenso y en su interior los lugareños celebraban los concejos públicos. Al lugar le otorgaban desde tiempo inmemorial «un carácter sagrado», como explicó el vecino Manuel Corces. Plantaron otro tejo que fue abatido, en 1985, por el paso del tendido que surte al pueblo de energía eléctrica. Y hace dos años, en 2012, volvieron a sembrar otro que es el que allí continúa. Lo que ahora pide el Conceyu del Texu, por boca de su coordinadora, Ana López, es que EDP, la heredera de Hidroeléctrica del Cantábrico, «abandone el lugar, traslade la torreta eléctrica a otro sitio y respete la voluntad de los vecinos».
Medio centenar de personas que apoyan los postulados del Conceyu del Texu acudieron ayer a San Esteban. La jornada se abrió con un pregón a cargo de Ánxel Nava, caracterizado como el Bardu Errante. Tras recordar la historia del viejo tejo, cuya existencia fijó «anterior a la iglesia» próxima, valoró que puesto que allí se celebraban las reuniones vecinales, el árbol representaba «la memoria de la democracia y el origen de las juntas de vecinos». Lo cual le llevó a sostener que «la palabra que se diz delante de un texu, cúmplese». Recordó a los presentes un viejo dicho británico: «Las vidas de tres zarzas, la vida de un perro. Las vidas de tres perros, la vida de un hombre. Las vidas de tres hombres, la vida de un águila. Las vidas de tres águilas, la vida de un tejo. La vida de un tejo, la longitud de una era, que son 729 años». Y finalizó arremetiendo contra las compañías eléctricas, «señores de horca y cuchillo que hoy son los amos del mundo, mandan en nosotros, llevan las perras a donde les da la gana y para ellos no tiene ningún valor el espacio vital de un tejo».
Del apartado musical se encargó el afamado gaitero Xuacu Amieva que interpretó su composición titulada 'Himno del tejo'.
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