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Barbadas y oricio en el fondo del cañón.
La gran reserva sumergida
AVILES

La gran reserva sumergida

La franja marina del Cañón de Avilés inicia el camino para ser el mayor espacio protegido de Asturias, con el recelo de los pescadores como primer obstáculo

JESÚS GONZÁLEZ

Domingo, 2 de febrero 2014, 12:38

La comarca tiene ante sus costas, a apenas doce kilómetros de distancia, el inicio del que será el mayor espacio natural protegido de Asturias y uno de los más extensos de España. El cañón de Avilés -en realidad es un sistema de tres cañones-, ha iniciado el proceso para convertirse en una gran reserva con la consideración de Zona de Especial Conservación (ZEC) de la Unión Europea.

«Lo mismo que asumimos que hay que proteger al urogallo, el lince ibérico o el águila imperial, también en el mar hay especies muy importantes en peligro de extinción. En cierto modo, se trata de trasladar al medio marino en la medida de lo posible lo que ya se viene haciendo en el continente», explica Francisco Sánchez Delgado, investigador principal del proyecto Indemares, que ha delimitado las diez zonas marítimas españolas, entre ellas el cañón de Avilés, que se han definido como merecedoras de especial protección.

Pero el proceso solo acaba de comenzar y ya se ha encontrado con las reticencias de un sector pesquero que únicamente ve en el proyecto otra fuente de restricciones a su actividad económica.«La cuestión es que en toda la zona a proteger del cañón de Avilés tenemos un ecosistema a proteger, y dentro de ese sistema, también están los pescadores», afirmaba ayer el investigador del Instituto Oceanográfico momentos antes de que técnicos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, expusieran al sector pesquero asturiano, reunido en la rula, el borrador de la Orden Ministerial que proclamará el sistema de cañones de Avilés como Lugar de Interés Comunitario, paso previo a su declaración como ZEC.

Hasta ese momento transcurrirá un proceso de seis años en el que, según cuenta Sánchez Delgado, se deberá negociar, consensuar y redactar un plan de gestión de la futura reserva natural submarina que protegerá un área de 340.000 hectáreas -cinco veces mayor que el Parque Nacional de Picos de Europa-, ante gran parte de la costa central y occidental asturiana, de Otur a Gijón.

Será en ese proceso de información y negociación, que se acaba de abrir con el sector pesquero, en el que se irán fijando las distintas restricciones, fórmulas de gestión y medidas de control que tratarán de garantizar la protección de la riqueza natural que se esconde bajo las aguas de los cañones de Avilés, El Corbiro y La Gaviera -ambos al norte del Cabo Peñas-.

En ese proceso, se irán concretando diversas cuestiones, como serán las posibles restricciones a la pesca -no muchas, avanzan en el Instituto Oceanográfico-, pero también la prohibición «de la realización de prospecciones o inyecciones de gas en alta mar, maniobras militares» y «el control de los vertidos o del tráfico marítimo por la zona».

Para Francisco Sánchez Delgado, la creación de la reserva podría ser visto por el sector pesquero asturiano más como una oportunidad. «Se trata de garantizar un ecosistema, y que puedan seguir pescando» de manera sostenible. Tanto en lo que se refiere a la sostenibilidad de la población de las distintas especies, como de la economía de las empresas pesqueras.

El investigador apunta que la propia normativa europea que regirá la protección del cañón de Avilés plantea «muchas ventajas» que el sector pesquero asturiano podría explotar. «No se trata de cerrar zonas de pesca, sino someterlas a un nuevo modelo de gestión que mantendrá el 90% de las actividades que históricamente se han desarrollado en la zona», apuntó.

Al margen de eso, se contemplan «ayudas específicas» para el sector que adopte «prácticas responsables» e incentivos como la autorización para utilizar «una etiqueta verde» de ámbito europeo que avala ante el consumidor la procedencia del pescado de pesquerías protegidas.

Sánchez Delgado apunta, con reservas, ciertos paralelismos entre lo que aspira a ser el área del cañón de Avilés y lo que sería una reserva natural sobre tierra firme. «En el Parque Nacional de Picos de Europa, por ejemplo, sigue habiendo ganaderías y vacas, y pueblos con sus establecimientos, y carreteras. El hecho de que sea un territorio protegido no significa que se tenga que expulsar lo que ya hay allí», añadió.

Así, añade el investigador, la protección de la zona garantizará una mejor gestión de los caladeros. «El actual sistema de Totales Admisibles de Capturas, de cuotas, está claro que no está funcionando», añade en una afirmación que coincide en buena medida con lo que desde el sector pesquero viene señalando desde hace tiempo. «Falla porque se tiene en cuenta una única especie sobre la que se impone la cuota, no al resto del ecosistema, a sus predadores y al resto de especies con las que convive», afirma. «Por eso entiendo cuando un pescador se queja porque no puede pescar barbada y sí pixín, o no le dejan descargar xarda cuando ve que el mar está llena de ella», añade.

De modo que, según lo que apunta Sánchez Delgado, el hecho de que ante la costa asturiana se vaya a crear la gran reserva del cañón de Avilés lo que supondrá es un cambio en la gestión de la pesquería que podría ser más una oportunidad que una restricción para el sector pesquero asturiano.

Más capturas

Y eso sería así porque la salud de los caladeros mejoraría y, con ello, las posibilidades para el sector. «En realidad, estamos hablando de que la afección será mínima», insistió mientras apunta que las principales medidas para preservar el área del cañón serán precisamente las que prohibirán prospecciones o inyecciones de gas en la zona, vertidos o maniobras militares.

Y todo ello con la intención de preservar una riqueza natural poco conocida, pero de la que Asturias, también en su fachada marítima, «es privilegiada». El hecho de que aparezcan con mayor frecuencia cadáveres de cetáceos o calamares gigantes en la costa asturiana, no es casualidad. «En una zona como el cañón se generan corrientes de todo tipo que favorecen la vida de un montón de especies», asevera quien comandó las investigaciones desarrolladas en los últimos años por el programa Indemares.

Dicho programa, del que formaba parte el Instituto Oceanográfico, pero también otras entidades científicas y ambientales, fue el que permitió investigar las áreas marinas de especial interés que, como los cañones de Avilés, aspiran a su inclusión en la Red Natura 2000 como Lugares de Interés Comunitario y posteriormente como ZEC. La existencia de un arrecife de coral de aguas frías -en una zona protegida, a unos 800 metros de profundidad-, y la gran variedad de especies, entre ellas una docena de cetáceos, son los principales argumentos para que, como en tierra firme, se tomen medidas para evitar el deterioro del cañón

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