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David Lockington, al frente de la Orquesta Sinfónica de Asturias, durante el concierto de anoche, en el Teatro Jovellanos. :: CITOULA
Sinfonías de una Europa musicada
Cultura

Sinfonías de una Europa musicada

La OSPA lleva entre aplausos su programa 'Música e identidades' al Teatro Jovellanos

RAMÓN AVELLO

Miércoles, 22 de enero 2014, 09:09

Bajo la dirección de David Lockington y con Kristóf Baráti como violín solista, la OSPA interpretó ayer un programa centrado en diversas corrientes del nacionalismo musical en Europa. El concierto, con obras de Zoltan Kodaly, Antonin Dvorak y Jean Sibelius se enmarca dentro del programa 'Música e identidades', dedicado en este caso al nacionalismo húngaro, checo y finlandés respectivamente.

Abrieron el concierto las 'Danzas de Galanta', de Kodaly. Aunque Galanta es una ciudad que pertenece actualmente a Eslovaquia, su cultura y su música poseen características zíngaras. La oposición entre los tiempos lentos y melancólicos de las introducciones, protagonizadas fundamentalmente por el clarinete, frente a los ritmos vibrantes característicos de la música magiar son cualidades de estas danzas de inequívoco sabor folklórico

La obra central de la primera parte fue el 'Concierto para violín y orquesta en La menor', de Dvorak, protagonizado por Kristóf Baráti, que toca un stradivarius al que extrae no solo su timbre característico, sino una potencia inusitada. Es un gran violinista que interpreta con muchísima limpieza y virtuosismo, pero con espíritu lírico, capacidad de comunicación y de expresión.

En la segunda parte, la OSPA interpretó la 'Primera Sinfonía' de Sibelius, composición de un sugerente y novedoso color instrumental, centrado en las maderas y metales. David Lockington tiende a los tiempos algo movidos, lo que produce un sentido de vigor y vitalidad, además de una fluidez muy alejada de la rigídez con la que a veces se asocia a Fidelius. Fue como una sinfonía del deshielo con grandes gradaciones de intensidad, un amplio sentido expansivo y una buena interpretación, sobre todo, de las maderas. Destacó especialmente la del clarinetista de la OSPA.

En general, la versión del concierto para violín de orquesta tuvo un matiz impetuoso con cierta violencia en los diálogos entre orquesta y solista y un acusado sentido nacional, folclórico en el tercer movimiento -en el 'Allegro giocoso ma non troppo'- en la que se superponen los dos típicos ritmos de danza bohemios: la 'furian' y, en la parte intermedia, la 'dunca', melancólica y pausada.

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