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PACHÉ MERAYO
Viernes, 3 de enero 2014, 02:43
El Colegio Oficial de Arquitectos prometió convertir su sala de exposiciones en parada obligatoria para los amantes del arte y empieza el año cumpliendo. El próximo viernes, día 10, encenderá sus focos para dar luz a una singular colección de esculturas, las que suponen el reencuentro de Guillermo Basagoiti con las paredes de Gijón. La exposición, titulada 'Espacios Ortogonales y superficie al cubo', recupera al escultor que dejó su gubia por guiar los destinos del Evaristo Valle, museo que dirige desde 1981, pero también es una singular cita con sus admiraciones, ya que el conjunto suma varias rendiciones ante algunos de los creadores que más huella le han dejado, como los desaparecidos Joaquín Rubio Camín, a quien dedica una de sus piezas, y Amador Rodríguez, cuya presencia es fácil de adivinar en otras.
La colección, toda ella de aceros, aristas, espacios habitados y elocuentes vértices, se dejará contemplar hasta el día 28 de marzo. Sin embargo el visitante se podrá encontrar con la mano del escultor más allá de la sede palaciega del Colegio de Arquitectos en Gijón.
Visita a la casa del artista
De hecho Guillermo Basagoiti abrirá su propia casa, el taller donde fueron creadas las piezas que ahora muestra. Quien quiera acceder a él y conocer su espacio más intimo deberá esperar al 28 de febrero. A las 12 del mediodía, tras inscripción previa (mandando un correo a la dirección electrónica coaa@coaa.es o un fax al teléfono 985 27 39 46), las puertas del creador quedarán abiertas.
Días antes, Basagoiti, considerado miembro de la generación del cambio, de la que fue padre imprescindible Jorge Oteiza, ofrecerá otra visita guiada, aunque esta vez a través de la exposición (el 14 de febrero, a las 13 horas).
Alimentado de todo el poder creativo que ha pasado ante sus sentidos en los 30 años que lleva organizando exposiciones de los mejores escultores y pintores de Asturias en el museo de Somió, Guillermo Basagoiti, como dice el especialista Francisco Zapico, «recoge» con su obra «el silencio y a su abrigo se manifiesta lo bello, con una pureza primigenia y una claridad de éxtasis».
En su obra, explica el mismo Zapico, hay «necesidad de orden y de verdad» y entre ellas está el destino del hombre, un destino que le preocupa especialmente y que muestra su faz «a través de las caras del cubo de acero laminado».
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