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RAMÓN AVELLO
Sábado, 21 de diciembre 2013, 11:47
En Asturias, el oratorio 'El Mesías' de Haendel es la obra sinfónico coral que más veces se ha interpretado. Desde hace casi treinta años, y siempre en los días anteriores a las fiestas navideñas. Sin embargo, esta repetición de la obra no sigue un curso reiterativo y uniforme como si fuese una especie de rito convencional. Cada año, 'El Mesías' cambia en concepción interpretativa, aunque el coro y la orquesta sean los mismos. No es un rito muerto, sino una interpretación siempre renovada de una obra conocida y objetivamente esperada, como se demostró anoche en una 'Sancta Ovetensis' completamente abarrotada desde quince minutos antes del concierto para escuchar a la OSPA con el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias y los solistas Ana Quintans (soprano), José Hernández Pastor (contratenor), Andrew Tortise (tenor) y Andreas Wofl (bajo).
Entre los oratorios de Haendel, 'El Mesías' ocupa una posición singular porque frente a otros oratorios más teatrales y dramáticos, 'El Mesías' fue el único que se interpretó ya en vida del autor, no en teatros, sino en catedrales y templos consagrados. Esto le da un carácter sacro y apropiado a espacios como el de ayer. Aunque se interpreta tradicionalmente en Navidad, en este oratorio se expone un proceso profético, un plan divino que pasa por la Natividad o el nacimiento de Jesús, la Crucifixión, la Resurrección y la promesa de la Redención.
El romanticismo imprimió al 'Mesías' de un carácter monumental desmesurado, y, sin embargo, la obra posee en su partitura original, una cierta moderación, tanto en los medios orquestales, centrados en la cuerda con continuo y originalmente solo un instrumento de viento, la trompeta. Ya en vida de Haendel las cuerdas se doblaron, en las partes corales, por oboes y fagotes. A este carácter primigenio se atuvo, con flexibilidad y fantasía, la versión que ayer dirigió Aarón Zapico. Las peculiaridades radicaron en la importancia que le dio al continuo, con modificaciones de algunas articulaciones, y un logrado sentido de la espacialidad, como ocurrió en el aria de la soprano de la tercera parte, abierta en un diálogo con el concertino.
Respecto a los solistas, Ana Quintans cantó con una bellísima línea melódica; Hernández Pastor estuvo estilísticamente muy correcto y con algunas ornamentaciones muy creativas, aunque con poco volumen de voz; Andrew Tortise, potente y con color un poco pastoso, y el mejor de todos, el bajo Andreas Wofl, poderoso y con una técnica vocal impresionante. Con la repetición del 'Aleluya' finalizó este 'Mesías' sin duda el más barroco de los interpretados en los últimos años y con un Coro de la Fundación Príncipe de Asturias que ha cantado tantas veces 'El Mesías'que se puede decir que lo lleva en las entrañas. La suya de anoche fue versión equilibrada, expresiva y compacta. Al final, largos aplausos.
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