Adama se queda en Mieres

Se ha logrado paralizar en el último minuto. El vuelo desde el aeropuerto de Asturias estaba programado para ayer, poco antes de las doce del mediodía. En él iban a subir la niña de diez años, Adama, y su madre rumbo a Senegal, siguiendo la orden del Principado de repatriación de ambas. Miembros de la familia de acogida de Mieres hacían guardia en la terminal, en el aeropuerto de Barajas y en Bienestar Social en Oviedo. El objetivo era parar lo que consideran una injusticia. «Estaban en una casa de Gijón con barrotes bajo custodia del Principado -informaba ayer Luisa Alonso, que ha sido tutora de la menor durante casi cinco años-; cuando la iban a llevar al aeropuerto, se agarró a una barandilla. Que no, que ella no quería marchar de aquí, que no quería volver a África». Después, lograron un traductor para poder hablar con la madre; «ella tiene un visado por días y desconocía sus derechos, que puede caminar libremente hasta que venza. Vino engañada».

Luisa ha vivido un calvario desde el lunes; fue cuando se enteró que la Administración regional iba a traer a la madre sin conocer las intenciones del Principado. Nada más puso el pie en Asturias, la tutela de Adama pasó de forma inmediata a ella. Ese día la niña no durmió en la que ha sido su casa durante los últimos años en Mieres. La familia de acogida no sabía dónde estaban, no habían podido hablar con la menor, ni tan siquiera despedirse. Todas sus pertenencias, hasta la medicación, habían quedado en Mieres. La niña tampoco lo pasó bien a pesar del reencuentro; no comía y no paraba de llorar.

«La propia madre no quiere que vuelva a Senegal porque allí no tiene futuro. Aquí puede recibir una formación y una educación», decía Luisa. La familia de acogida, incluso, ofrece un contrato de trabajo de un año para la madre biológica para que se pueda quedar en España. Ayer, tras una parada en Corvera, Adama pudo reencontrarse anoche con sus compañeros del Club de Baloncesto de Mieres. De momento vuelve a sonreír.