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BORJA PINO
Jueves, 17 de octubre 2013, 05:39
Junto con las dificultades económicas, la contaminación y otro sinnúmero de handicaps, la escasez de formas eficientes para procesar los residuos es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta nuestro mundo. Poner fin a tales prácticas no sólo depende de las decisiones de los gobiernos o de las grandes industrias. Las iniciativas particulares también contribuyen a convertir el entorno en un espacio más saludable. Así lo entendió en 2010 el vecino de Corvera José Amado García Fernández, cuando decidió sumergirse en el mundo del compostaje. Una decisión que este año le ha valido convertirse en vencedor del concurso 'Hago el mejor compost' convocado por el Consorcio para la Gestión de Residuos Sólidos de Asturias (Cogersa), distinción que recibió en el pasado mes de agosto.
En esencia, la labor de compostar consiste en la elaboración de abono orgánico total y absolutamente natural, a través de los residuos que genera un hogar o la siega de una finca, sin aditivos ni productos químicos de ningún tipo. Dichos elementos son introducidos en una compostadora, que no es más que un contenedor de plástico dotado de orificios, en cuyo interior la mezcla se desintegra y compacta. El abono orgánico resultante, conocido como 'compost' y de un intenso color negro, es útil para aplicarlo sobre plantas, flores o, incluso, pequeños huertos.
«Desde hace mucho nos llamaba la atención, porque pensamos que era una práctica útil y necesaria», admite García. Fue esta curiosidad la que les impulsó, a él y a su familia, a inscribirse en 2010 en la campaña de compostaje planteada por Cogersa. «Ellos te daban una compostadora, te facilitaban la formación necesaria para hacerlo bien y, si querías, entrabas en el concurso. Nos animamos en casa, decidimos apuntarnos, y así reaprovechamos sobre todo son los residuos orgánicos que genera nuestro hogar». En la compostadora vierten «pieles de frutas, bolsitas de infusiones, posos de café... Eso sí, los alimentos cocinados no sirven por el aceite».
Sus esfuerzos han dado como fruto el mejor compost de todos los concejos de Asturias. «En la rapidez y calidad del compost influyen muchos factores: qué echar, cómo echarlo, la temperatura ambiente... Por ejemplo, no es lo mismo echar la monda de un plátano entera que troceada; una de ellas se descompondrá más rápidamente y mejor». Además, García hubo de rivalizar con compostadores procedentes de todos los rincones del Principado,; algunos de ellos con extensa experiencia en este sector. «Fuimos pasando una serie de fases, tuvimos reuniones con los técnicos de Cogersa y, al final, los diez finalistas, aquellos que teníamos el compost de mejor calidad, competimos. El nuestro fue el mejor; paradójicamente, del concejo donde está ubicada mayoritariamente Cogersa».
Este prolongado sacrificio se ha visto recompensado con la entrega de varios libros acerca de agricultura ecológica y huertos sostenibles, y de una serie de herramientas de jardinería. Con todo, el premio principal fue una biotrituradora, diseñada para reducir a polvo los restos de poda, de modo que puedan reaprovecharse en la compostadora.
Sin embargo, tras el trabajo de García y de los suyos no se esconde la ambición de obtener premios o reconocimiento público. Para él, el compostaje a nivel familiar es realmente una forma útil de contribuir a una mayor sostenibilidad medioambiental. «Es algo práctico, relativamente sencillo y eficaz. En primer lugar, porque el abono resultante es de mucha calidad y tremendamente ecológico. Y, en segundo lugar, porque evitamos tirar un montón de basura, lo que le viene muy bien a Cogersa, que bastantes problemas de espacio tiene ya». Una afirmación oportuna, a la vista del debate sobre la viabilidad de la incineradora de basuras que, en estos momentos, arrecia en la región. «Si Cogersa se queda sin espacio y no encontramos alternativas, puede que el compostaje sea nuestra única solución», concluye García.
Previsiones de futuro y vaticinios al margen, lo cierto es que el éxito de José Amado García lo ha convertido en un referente regional en el arte del compostaje. Un mérito que, el año pasado, ya le correspondió a otro habitante de la comarca de Avilés. Así, en 2012 las mieles del triunfo le fueron otorgadas al avilesino Aladino Valdés. En aquel entonces, 2.000 familias asturianas participaron en el concurso, pero la calidad del compost de Valdés le permitió imponerse a todas ellas. De este modo, por segundo año consecutivo, la comarca ha probado no sólo sus habilidades en la práctica del compostaje, sino también la utilidad y efectividad de la misma de cara a afrontar los más que posibles retos medioambientales que, tal vez, estén por llegar.
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