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LIDIA ÁLVAREZ
Sábado, 28 de septiembre 2013, 03:23
Los últimos datos ofrecidos por el Principado estiman en más de 180 los ejemplares de oso pardo en la Cordillera Cantábrica. Las políticas de protección y conservación han dado sus frutos y es incuestionable que la población osera ha aumentado considerablemente en toda la región, hasta el punto de que en algunas zonas han comenzado a ser un problema.
Es el caso que denuncian los vecinos de la localidad de Trasmonte de Abajo, en Cangas del Narcea. Delfina Machado, ganadera, explica que en apenas mes y medio ha perdido dos vacas. Una de ellas se despeñó y, aunque no puede demostrar que haya sido el oso, tiene la certeza de que la vaca se asustó y cayó monte abajo. «Lo hemos visto más veces, las vacas tienen miedo, los sienten venir y echan a correr», señaló. Así que no dudan que se repetirán accidentes de este tipo. Y hace tan sólo dos semanas «el oso mató a otra en la reguera de Gillón, todavía quedan restos, pero ya casi acabó con ella, así que cualquier día vendrá a por otra», señala.
Otro vecino apunta que «no hace mucho, vi a un oso aquí, justo al lado de casa, se iba con una oveja en la boca». El miedo es ya por su propia seguridad y la de sus hijos. «En cuanto empieza a oscurecer les tenemos que decir a los niños que se metan en casa porque nunca se sabe cuándo puede aparecer un oso». Los vecinos aseguran que se pasean por medio del pueblo y como prueba muestran varios restos de excrementos de oso a escasos metros de las viviendas.
Comederos lejos del pueblo
Todos reconocen que la solución no es fácil, pero la convivencia tampoco. Delfina cree que deberían instalarse comederos para darles de comer y que no bajen a los pueblos. Carlos García, alcalde de barrio de la parroquia de Noceda, apunta que ese es el problema, que no tienen suficiente alimento «porque ahora son muchos osos» y no les llega con los árboles frutales que hay en los montes, «así que vienen a por nuestros animales y a nuestras huertas». Cree que ha habido «demasiada protección y se protege más a los osos que a las personas».
Todos, en general, aseguran que los problemas se repiten en toda la comarca, no sólo con el ganado, también son frecuentes los daños en cosechas, árboles frutales y rollos de silo almacenados para alimentar al ganado. Sin embargo, señalan, la gente no dice nada, «parece que tienen miedo porque el oso cuenta con demasiada protección».
Compatible con los aldeanos
La denuncia fue recogida por los concejales de Izquierda Unida en Cangas del Narcea. Su portavoz, José Manuel Martínez, y los ediles Samuel Areces y María del Carmen Riesco, mantuvieron ayer un encuentro con varios vecinos de Trasmonte y sus alrededores, para conocer de primera mano el problema al que se enfrentan. Martínez señaló que, «por fortuna para Asturias, la población de osos ha aumentado, pero para desgracia de los vecinos, ni el Principado tiene en cuenta que no son animales amaestrados, ni incrementó las valoraciones de los daños que causan ni ofrece ayudas para evitar que entren en las propiedades y ataquen al ganado y estropeen las cosechas».
Izquierda Unida de Cangas pide a la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos que no eluda el asunto, e insta a reflexionar sobre la situación porque «si bien es cierto que hay que saber sacar partido y aprovechar el gran beneficio que supone, tanto a nivel ecológico como a nivel turístico, el poder tener osos en la zona, también hay que hacerlo compatible con la vida de los ciudadanos».
Añadió que «la culpa no es ni de los osos, que no son animales racionales, ni de los vecinos, que son quienes sufren las consecuencias. Quien tiene que buscar la solución es Agroganadería para que el problema y el malestar que ya existe con los lobos no se traslade también a la población osera».
Insistió en que los ganaderos y los vecinos « no pueden ser los paganos de un bien que disfrutamos todos los asturianos» por eso recuerda que cualquier tipo daño o agresión que sufra el ganado por parte de los osos, «hay que remediarlo lo antes posible, porque hay que evitar que la perfecta armonía de convivencia que hubo hasta el momento entre ganaderos y oso se vaya deteriorando».
Indemnizaciones
El de las indemnizaciones es otro de los problemas a los que se enfrentan los vecinos. Reconocen que, en los casos claros de ataques de oso, la Administración no pone impedimentos, pero, por ejemplo, en el caso de la vaca despeñada, ni lo intentaron porque saben que no saldría adelante.
Las indemnizaciones, sin embargo, no cubren ni de lejos los daños producidos: «Me dan 900 euros por una vaca, por la que pagué 2.000», apunta Delfina.
Además, el problema será mayor a partir de 2014, ya que han contratado un seguro agrario. La Administración paga el 40% de ese seguro, pero, en cambio, no tendrán derechos a indemnizaciones por los daños ocasionados por osos y lobos.
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