

Secciones
Servicios
Destacamos
J. F. GALÁN
Domingo, 22 de septiembre 2013, 13:07
Mañana se cumpliría un año del secuestro de su hija. Lo perpetró su exmujer, Leticia, la madre de la niña, detenida el pasado día 10 en Portugal y en prisión preventiva desde el viernes en Villabona. La criatura, seis años, sigue en Portugal, en el centro de menores en el que fue internada, para su protección, el mismo día de la detención, a la espera de reencontrarse con su padre, Francisco Ortiz, vecino de Avilés.
La indescriptible satisfacción que le produce el hallazgo se amarga con un sentimiento de indignación e incertidumbre. «Hace diez días que detuvieron a la madre y mi hija sigue en un centro de menores de un país extranjero. Hay un orden de entrega inmediata, y ni se ha cumplido ni sé cuando se va a cumplir. Nadie me ha dicho nada aún. ¡Qué me digan si tengo que ir a Portugal, a la frontera o adonde sea, qué me digan que la policía la va a traer de vuelta a casa! ¡Qué me digan algo! No pueden hacerme esperar más tiempo. Uno, dos hasta tres días desde que la localizaron podría hasta entenderse, pero va para dos semanas, y sigo sin tener fecha. Sé que ya no puede tardar, pero llevo mucho tiempo esperando, y ya no puedo esperar más», clama Francisco Ortiz.
Su pesadilla comenzó mucho antes del secuestro, casi el mismo día que se divorció de su exmujer y que el juez determinó el régimen de visitas. «En julio de 2011 me tocaba disfrutar de ella todo el mes, pero sólo pude hacerlo una semana», señaló.
Sólo era el principio. «Mi exmujer me denunció por malos tratos, una artimaña, pero yo acabé en el calabozo, y el divorcio pasó a manos del Juzgado Número 5 de violencia de género. El juez concedió la custodia a la madre, y al mismo tiempo amplió el horario de visitas paterno. «Casi se podría hablar de custodia compartida», puntualiza.
Las dificultades para ver a su hija no pararon de crecer. Así hasta que en junio del año pasado la Audiencia Provincial revocó el veredicto del Número 5 y le concedió a él la custodia de la menor. La sentencia se fundamentó, siempre según Francisco Ortiz, «en la larga serie de conflictos protagonizados por la madre y en los constantes impedimentos que puso para que no pudiera ejercer el derecho a ver mi hija», señala.
Lejos de normalizarse, el cambio de custodia agravó la situación. «Era un sinvivir. Mi exmujer, su actual pareja y sus padres estaban constantemente a la puerta de mi casa, presionándome. Y cuando en septiembre la niña comenzó a ir al colegio, también estaban allí, a la puerta. No podía ni salir al recreo, tenía que ir la Policía. Un día hasta intentaron arrebatármela de los brazos».
Él asegura haber interpuesto las correspondientes denuncias. «Advertí al juez y a la Policía de que iba a terminar en secuestro, pero no me hicieron caso», lamenta. Y así fue. «El viernes 21 de septiembre de 2012 entregué a la niña a su madre. Le tocaba estar con ella el fin de semana, pero llegó el domingo 23 y no me la devolvió».
Denuncias
Denunció los hechos ese mismo día, domingo 23. «No sé por qué, pero nadie hizo nada. Puse nuevas denuncias ante el Juzgado y la Policía, pero da la sensación de que no eran conscientes de que estaban ante el secuestro de una menor», lamenta.
El absurdo llegó a su máxima expresión cuando el 9 de noviembre, según relata Francisco, su exmujer y su actual pareja «se personaron en el Juzgado por otro asunto que nada tenía que ver con el secuestro de mi hija. Lo que hizo la juez fue requerirle que me la entregara, pero nada más. Fue increíble». La situación se prolongó hasta que, ya en diciembre, el Juzgado Número 5 abrió una investigación. «Solo a partir de entonces se tomaron la búsqueda en serio», señala.
Durante estos diez meses vivió sumido en la incertidumbre. «Al principio no me decían nada, y luego comenzaron a proporcionarme algo de información, con cuentagotas. El caso estaba bajo secreto de sumario», puntualiza. Vivió con la angustia de no saber el paradero de su hija hasta que el pasado día 10 llegó al final la ansiada llamada . «Su hija está en Portugal. Se encuentra bien, protegida en un centro de menores. La madre ha sido detenida, y su pareja también», le comunicaron.
Entonces pensó que era el final de la pesadilla, pero estaba equivocado. «La sentencia es inapelable, hay una orden de búsqueda y la madre está en prisión, pero ella sigue internada en un centro de menores de Portugal. ¿Pero a que esperan? Tiene seis años, y yo, su padre, tengo la potestad. Es un sinsentido».
Lo único que le consuela es que la interminable espera «ya no se puede prolongar mucho más. Vivo pegado al teléfono, esperando que el Juzgado, la Policía, el cónsul, con quien ya he hablado personalmente, la embajada o quien narices sea me diga cuándo y donde. Tiene que ser ya mismo», suspira.
Lo único que le amarga es que el presumible inmediato reencuentro no será el fin de su pesadilla. De eso está absolutamente convencido. «Esto no acaba aquí. Van a volver a acosarnos, de eso no tengo ninguna duda. Espero que se adopte alguna medida, una orden de alejamiento o algo así, aunque en verdad lo único que quiero ahora es volver a abrazar a mi hija, y ya no puede tardar», suspira Francisco Ortiz con un tono que transmite esperanza, pero también indignación, angustia e incertidumbre. En cuanto a la pareja de su exmujer, también detenido, quedó en libertad condicional, con la obligación de comparecer periódicamente en el Juzgado.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Descubre la fruta con melatonina que te ayudará a dormir mejor
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
A. C. Busto / N. A. Erausquin
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.