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I. VILLAR
Martes, 20 de agosto 2013, 04:04
«Primero decían que había que esperar a que pasara San Juan, después que a la noche de los fuegos, ahora al próximo viernes... Ya no puede pasar más tiempo, hay que tomar medidas». La concejala del PP Maite Menéndez manifestaba ayer el malestar de su grupo por los continuos retrasos en la aplicación de la ordenanza de convivencia, en particular en lo que respecta a impedir las concentraciones masivas de jóvenes para el consumo de alcohol en la calle. «Los vecinos de Cimadevilla tienen toda la razón del mundo al quejarse, porque están siendo víctimas de la falta de eficacia del control del botellón», apuntaba. La edil popular consideró que «la situación de caos que se está viviendo tiene un solo culpable, que es la dejación del gobierno municipal de Foro con esta ordenanza».
Menéndez destacó que «las leyes nacen con el espíritu de hacerlas cumplir» y consideró que «aunque algunas normas pueden ser más flexibles que otras» la ordenanza que entró en vigor a principios de junio «persigue la convivencia entre el ocio y el descanso de los vecinos, que creemos que se puede conjugar perfectamente, y es lo que se persiguió con ese texto». Por eso, cree que el primer paso para controlar los problemas que sufren barrios como Cimadevilla «es evitar esas concentraciones de los jóvenes practicando el botellón». Criticó que la aplicación de estas normas «no ha estado nunca siquiera en el orden del día de las reuniones de coordinación de los responsables de seguridad de la ciudad».
La concejala apuntó, igualmente, que «la ordenanza no es simplemente coercitiva» y recordó que a lo largo de su articulado se hace referencia a la importancia de fomentar la prevención. «Por eso insistimos en la necesidad de poner en marcha el plan municipal de drogas», añadió. Consideró que, al margen de las molestias que causa a los vecinos, las concentraciones masivas para beber en lugares como la plaza de Arturo Arias «afecta a la imagen de la ciudad, porque Cimadevilla es destino de muchos visitantes que vienen a conocer Gijón».
Sobre la posibilidad de que se apliquen sanciones a los hosteleros que no impidan a sus clientes salir a la calle con consumiciones, apuntó que es algo que no viene contemplado en la ordenanza. «La obligación de los establecimientos está bien definida, y es la de evitar conflictos y actuar de controlador con respecto a cualquier incidente que pueda ocurrir en su establecimiento, algo de sentido común».
Por su parte el concejal de IU Francisco Santianes señaló que «lo normal cuando uno trata de imponer un comportamiento a base de multas y prohibiciones y sin diálogo es que se encuentre con problemas». En su opinión, la ordenanza de convivencia «está siendo un fracaso» y añadió que «la percepción que tenemos es que Foro pretende ocupar policialmente Cimavilla y tratar a todo el mundo como presuntos criminales». En este sentido, Santianes cree que el gobierno local va a dirigirse a los jóvenes «como si fueran vándalos alcohólicos» y a los hosteleros «como a sus cómplices», una actitud «que puede provocar reacciones muy difíciles de controlar en un contexto con grandes grupos de personas».
Sanciones económicas
Quien quiso apaciguar las aguas fue el presidente de la Asociación de Hostelería de Gijón, que no tuvo reparo en señalar que las multas a los establecimientos que permitan al cliente sacar su bebida a la calle «no creo que sea un mayor problema para la hostelería». Ricardo Álvarez recordó ayer, en el salón de recepciones del Ayuntamiento, que «la ordenanza de convivencia recoge esa cuestión», si bien salvó el hecho de que «los locales con terraza» sí puedan hacerlo.
En ese sentido, atribuyó la alarma generada por la sanción económica a los hosteleros, a que «han leído lo que se ha publicado en la prensa, pero no la ordenanza. Reconozco que lo expuesto en los medios de comunicación es un poco alarmante, pero creo que las cosas pueden suavizarse». Sin embargo, se abstuvo de «lanzar las campanas al vuelo» a la hora de considerar que «no hay nada que temer», porque, según manifestó Ricardo Álvarez, «puede traer alguna consecuencia que otra, pero yo creo que, en principio, la cosa no es para generar una alarma como la que en estos momentos se está produciendo».
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