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Ó. C.
Lunes, 19 de agosto 2013, 03:43
La plaza de Arturo Arias y las calles adyacentes volvieron a convertirse este sábado en un 'botellódromo' con todas las de la ley. Bastó acercarse a la zona a las 2 de la madrugada para darse cuenta de la magnitud de dicha concentración. Porque este sábado, como ha venido sucediendo durante todos los fines de semana de verano, las botellas de licor y de sidra, las bolsas, los hielos y los vasos siguieron tirados por el suelo, los orines en numerosas paredes, aceras y contenedores, y los viales totalmente bloqueados por las más de 2.000 personas que, según cálculos vecinales, se volvieron a dar cita en Cimadevilla. Una cifra francamente superior si se compara con la del viernes, cuando también hubo botellón masivo aunque sin alcanzar los límites de este sábado.
«Sin policías»
Según ha podido saber este periódico, la presencia policial volvió a brillar por su ausencia en el barrio alto para controlar el botellón y sus excesos. «No tuvimos problema alguno, es como si no se hubiera aplicado todavía la ordenanza», relató a EL COMERCIO un joven que, acompañado de un grupo de amigos, subió este sábado a la plaza de Arturo Arias a hacer botellón.
Este testimonio, eso sí, no coincide con el de Paulino García Prendes, secretario de Gigia, quien aseguró ver un coche patrulla en las inmediaciones de la calle Artillería. De todas formas, este vial, ubicado detrás de la Comandancia Naval, se encuentra bastante lejano de la zona de botellón.
Pese a todo, la movida nocturna no solo se dejó notar en Arturo Arias durante toda la madrugada. Una vez que el alcohol se iba acabando, los diferentes grupos de jóvenes pusieron rumbo a otros emplazamientos del barrio alto, situados, sobre todo, en las calles del Rosario, Cruces y Vicaría, así como la plaza de la Corrada. Todo para prolongar la fiesta antes iniciada. A las puertas de los establecimientos hosteleros, muchos de los que cogieron el punto a la noche en Arturo Arias empalmaban risas y tragos de las bebidas adquiridas en los bares de la zona de marcha de Cimadevilla.
Una situación que los vecinos también denuncian al considerar que siguen sufriendo los ruidos y demás desmanes derivados del ocio nocturno en la vía pública, y que también mantiene en vilo al sector hostelero, sobre todo tras conocerse la decisión del Ayuntamiento de sancionar a los empresarios que permitan abandonar los establecimientos con bebida. «No es nuestra responsabilidad controlar quién sale o no del bar, sino de la Policía», apuntaron.
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