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AZAHARA VILLACORTA
Lunes, 12 de agosto 2013, 03:46
«¡Viva la República! ¡Viva Urdangarin!». Haga la prueba: es colocar a un chigrero encima del escenario de la plaza Mayor para la foto y ponerse él a lanzar consignas a voces y entonar, acto seguido, 'Fui al Cristo y enamoreme' (o similares) ante regocijo del personal que circula por allí, con la Semanona en plena ebullición. «¿Qué sois, los teloneros de Massiel?», pregunta uno que pasa. Todo, menos pasar desapercibidos. «A ver, meter barriga».
Armando Rodríguez, timonel de El Globo y «un fenómeno ligando» en tiempos, se encuentra con otros dos colegas para sentenciar que entre los chigreros gijoneses «no hay malos rollos (que se sepa)» y para presumir de la retranca playa que hace falta para ponerse detrás de una barra a avituallar a quienes se acerquen estos días a sus casas. Algunas de las más emblemáticas de la ciudad, con décadas de historia.
«¡Menos mal que aparez por aquí la gente con dinero!», lo recibe Miguel Prieto, cabeza de El Centenario. Y, si ya se les suma Justo José Cuesta, con toda una vida entre los fogones de Casa Justo, digno heredero de su padre, dé usted por seguro que la conversación derivará hacia el capítulo de las anécdotas. De esas que ellos tienen «a barullu».
Empieza Armando el de El Globo: «Llegó un señor mayor, muy elegantemente vestido, y pidió una de gambas y unas chuletillas y una botella de vino. Y sonó el móvil y dijo él: 'Perdonad, que aquí no tengo cobertura'. Salió y hace siete años que estamos esperando por él, pero, eso sí, comiolo todo antes, ¿oíste?».
«¡Meca! 'Simpas' hay muchos en la Semanona. Todos los años, tres o cuatro caen fijo», confirma Miguel Prieto. «Marchan del comedor, del bar, de la terraza. De donde puedan. Casi siempre traen alguna chaqueta vieja. La dejan colgada en la silla y tú piensas que volverán a por ella. Sí, sí, ya puedes esperar por ellos. La última vez, encontramos en el bolsu un papel que ponía: 'Muchas gracias'. Y era una pareja mayor, ¿eh? Toman su botellina, su centollín... y la chaqueta quedó allí».
Tercia Justo José: «Nosotros teníamos siempre la quisquilla encima de la barra. Pa vender, obviamente. Y había uno que siempre pedía una botella de sidra y se ponía a comer quisquilla. Hasta que un día le dijo mi padre: 'Pero bueno, chaval, ¿cómo ye lo tuyo?'. Y contestó él: 'Yo creía que era de pinchu'. Y el cabrón llevaba ya medio kilo comido».
Abunda Armando: «Nosotros teníamos los aparadores de cristal y la gente metía la mano y comía los percebes crudos. Y otra vez compré unos pimientos de Padrón que comíes unu y caíente les lágrimes. Entonces, retirelos y poníalos de pinchu. Pues oye: comíen de cinco en cinco y ni sudaben. No se poníen ni coloraos. Y cogíenlos a puñaos».
Las risas y el punto canalla no se los quita nadie, aunque juren que ya están «retiraos de la noche», la cosa esté cruda y solo puedan ver los fuegos por la tele en un verano cada vez más corto: «Antes, era del 15 de junio al 15 de septiembre y trabajabas bien, pero todo va menguando. Ahora es de la Virgen del Carmen a la Virgen de Begoña. En realidad, lo que tienes seguro seguro son dos días: el 14 y el 15 de agosto. Lo demás, échate a temblar».
La prueba es que hasta el género ha cambiado, explica Armando: «Yo hacía cinco años que no trabajaba sardina y ahora trabajo sardina otra vez. Porque la gente entra y pregunta si hay sardines. Y, si le dices que no, marcha». Definitivamente, están los tiempos «más de sardines que de merluces», dice el FMI.
Y una vez dicho esto, hay que añadir lo otro, según el capitán de Casa Justo: «Todo el que entra por la puerta, bienvenido sea. Unos comen bocartes y otros comen santiaguinos, pero todos son bienvenidos. ¡Y que no nos falte en la vida! Entran cuatro a mi casa diciendo que quieren picar algo y yo les hago la ola».
«¿Cómo no van a hacer botellón los jóvenes si, por 24 euros que cuesten tres copes, garren una fiesta de su madre?», reflexiona Armando. Y, si alguna vez se le ocurre preguntarles por algún político, entonces cierran el chigre: «Cuando salga mañana El COMERCIO, empieces a leer y ya está todo dicho».
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