

Secciones
Servicios
Destacamos
RAMÓN MUÑIZ
Jueves, 18 de julio 2013, 21:09
17 de julio. Latitud: 43º 55.000' N. Longitud: 007º 19.678' El lugre superó ayer el cabo de Finisterre y hace un par de horas la Estaca de Bares lo que, a priori, era punto más crítico de la travesía. En esas millas podíamos lidiar con vientos del Nordeste y forzar al velero contra la costa. Los habituales temporales del Oeste tendrían el mismo efecto. La mar se vuelve aquí enemiga a considerar: las olas nacidas en el Atlántico medio avanzan hasta estas latitudes sin obstáculo alguno, lo que las permite presentarse con dimensiones de impresión. Una costa quebrada, sin fácil refugio y no por casualidad bautizada da Norte completan el plantel.
Oficialmente son las 14.03 horas en el 'Creoula', el buque-escuela de la Armada Portuguesa (la Marinha), que pese a estar día y medio en aguas españolas, demoró hasta la noche el cambio de hora. La explicación convencional es que así se podía adaptar mejor el cuadrante de guardias y faenas que administra la vida a bordo y pone a cada uno en su sitio, aquí o allí, en el timón o la cocina, cuatro horas, a la espera del relevo. La decisión ratificó sin embargo al 'Creoula' en su condición de navío con normas tan sólidas como distintas. No debe haber en este momento muchos más puntos en España que se tomen tales libertades con el uso horario.
Tampoco espacios donde los militares se armen de paciencia y ejecuten por misión la de enseñar a un puñado de chavales en edades de botellón, universidad y búsqueda de camino propio.
Son gente obstinada la que protagonizan esta tripulación, 39 universitarios a los que la crisis, la corrupción y la emigración no consiguen apagar. Llegaron hasta el navío porque quieren vivir más aún si ello implica levantarse a las cuatro de la mañana en mitad del Atlántico y tomar asiento paciente en la proa, con la obligación de observar las cuatro horas reglamentarias y advertir de cualquier boya o navío que haga acto de presencia. El catedrático Fermín Rodríguez, impulsor de esta excepción, impartió en el combés una conferencia sobre la vida en la raya, los territorios que quedan a 50 kilómetros de la frontera una vez trazada para distinguir Portugal y España: «El centro del Estado crea la Hacienda, el Ejército y la Administración, y delimita una línea de lo que queda bajo su dominio.
Navegación tranquila
El problema es que quien habita cerca del límite es ajeno a ese centro de decisión, no siente como propia la diferencia que le marcan con quien hasta ayer era su vecino, y se revuelve contra tal imposición, iniciándose en el contrabando».
La carta náutica del Atlántico ha sido ya relevada por el Cantábrico y ratifica que eso que vemos a estribor es San Cibrao, preludiando a Burela. La espesa bruma que hasta ahora impedía toda confirmación ha optado por quedarse en el océano.
El océano dictó en Lisboa una navegación tranquila que insiste en prolongar también aquí, contra toda norma. Sobre olas insignificantes se refleja nítida la imagen del casco que las abre.
Los ávidos de emociones tratamos de apaciguarnos con aquello de la calma antes de la tempestad, pero justo entonces aparece una familia de delfines asaltando el horizonte, un petrel errante o algún alcatraz, signos todos de la seguridad de la zona que invitan a abandonar toda esperanza.
El viento accede por la amura de estribor, a 30 grados, con fuerza de 6,8 nudos; lo justo para mantener con dignidad las velas de polaca en el bauprés, y en los palos trinquete, contratrinquete, mayor y mesana. En el Atlántico nos iniciamos con las cuatro primeras que ahí siguen, cumpliendo su misión.
El navío avanza a 4,7 nudos por ellas y, para qué negarlo, también por el motor alemán que impulsa la hélice. Superado la mitad del viaje a Asturias y dado que hasta el viernes no hay permiso para atracar en Avilés, el comandante Martins sopesa hacer tiempo prescindiendo del motor, lo que puede desembocar en un buen baile de velamen.
Navíos irreverentes
El radar del puente de mando detalla que en estas aguas convivimos con los pesqueros 'Rio Xunco', el 'Sapilo', y el 'Nueva Madre Rosaura'. Juan Manuel Riesgo, alumno de Geografía de la Universidad de Oviedo, tuvo guardia anoche y, tras espantarse con la presencia del 'Oliver y Benji' y el 'Nolosé', confecciona ahora una lista con todos los navíos más irreverentes que asomen por el radar.
Cristina Poyal opta por acumular fotografías de la fauna que se deja ver y debatir luego con el profesor Antonio Laborda si la sonrisa de aquel alcatraz es lo suficientemente azul. ¿Tiene tres o cuatro años? Ana Margarida, investigadora del Instituto Oceánico de Lisboa, se arranca a cantar un fado acompañada en la guitarra por el inmediato Lourenço.
Un grupo de marineros ha recogido un paiño agotado al que dan cuidados. Así están las cosas en un navío cuyas rutinas moldean a los ocupantes.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.