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PACHÉ MERAYO
Miércoles, 10 de julio 2013, 03:44
La colección de cantos medievales reunidos en un manuscrito encontrado hace dos siglos (en 1803) en Alemania y revisado por Carl Orff para confeccionar sus famoso 'Carmina Burana', estrenado en 1837, llega ahora a Asturias. Pero no viene solo con su estructura rítmica habitual, envolviendo la orquesta y los coros, subrayando su abundante y espléndida percusión. Llega esta pieza, en la que el compositor alemán se dejó influenciar por ' Las bodas' y 'Edipo Rey', de Stravinski, envuelta en un espectáculo trepidante. Lo firman de un lado la Fura dels Baus, capaz de reconstruir en cada actuación el concepto de sorpresa, y de otro el Orfeón Pamplonés, veterana formación coral que suma 120 voces y toneladas de entusiasmo. Juntos recrearán esta nueva Carmina Burana, los próximos viernes y sábado, en el Teatro Campoamor. Abrirá el VIII Festival de Verano de Oviedo lo que sus responsables definen como un montaje «sensorial, musical y teatral», cargado de vitalidad y energía, que está dirigido a «un nuevo público, melómano y amante de las artes escénicas por igual». Para sumar intereses teatrales con belleza musical la Fura dels Baus ha tomado los poemas medievales, que hablan de amor y de taberna, que describen escenas estudiantiles y más de una sátira, y ha construido con ellos un 'Carmina Burana' convulso y trepidante, algo visceral y «de principio a fin asombroso».
Animado de una filosofía de la vida «sencilla y directa», este espectáculo de la Fura tiene como reto envolver al espectador en impactantes cuadros escénicos, aliñados con efectos especiales e incluso con determinadas fragancias que viajan desde el escenario al patio de butacas. Advierten sus responsables que parte del encanto de esta pieza, millones de veces representada, pero nunca como en esta ocasión, radica en la «sencillez». Sin embargo no es una sencillez al uso, pues el concepto se nutre aquí de grandes dosis de efectismo. Un efectismo que ha dado muy buenos resultados y provocado intensos aplausos. De hecho, Orfeón y Fura llevan juntos con este espectáculo desde 2009. Ese año, en agosto, fue estrenado en San Sebastián y desde entonces solo han logrado elogiosas críticas. Y no solo en España. Este 'Carmina Burana', que eleva sus solistas a enormes grúas y les mete en una piscina, ocupando el centro del escenario, ha estado también en Florencia y Lyon y allí la respuesta del público fue siempre más que positiva. Pero el montaje de Oviedo tendrá su propia personalidad. A cada lugar la Fura le da un toque de singularidad. No faltarán, sin embargo, el gran cilindro de diez metros de diámetro envolviendo literalmente la orquesta, mientras los cantantes y las imágenes proyectadas sobre él ilustran la obra de principio a fin. Se despertará en el Campoamor una Luna gigante, habrá deshielo, cascadas, éxtasis floral, una vendimia en directo. Y no faltarán el vino, el agua y el fuego.
Se trata de un espectáculo que promete poner sobre el escenario una Fura dels Baus en estado puro, logrando que la partitura que tiene entre los dedos crezca con cada una de las cargas visuales de profundidad que emiten. Y todo eso permitiendo que la llama de la música de Carl Orff se mantenga siempre encendida. En esa misión tiene una importancia extraordinaria la veteranía del Orfeón Pamplonés, que, pese a ser una formación no profesional, es «pionero en el estreno de grandes obras sinfónicas».
En concreto, la cantata de Orff está muy presente en su repertorio, «especialmente en los últimos años», según su director escénico Igor Ijurra, quien recuerda que la idea de fusionar la fuerza de la partitura con la puesta en escena de la Fura dels Baus «da como resultado un 'Carmina Burana' lleno de imágenes mágicas».
Y parte de esa magia radica en la fidelidad con la partitura original y la calidad de una música interpretada por un coro que, «como expresó en su momento 'The New York Times', se ha convertido en especialista en esta obra».
Con 'Carmina Burana' el afamado compositor alemán logró crear lo que ya entonces se dio en llamar un «teatro total». Precisamente es esa la esencia que ahora se recupera voluntariamente, en la que la música y la palabra colaboran para «crear un efecto arrollador». La obra de Orff, que se estrenó en 1937, en Frankfurt, tuvo siempre, incluso en aquella primera representación, un enorme éxito. Tal fue así que logró cambiar totalmente la carrera de su autor, quien a sus 40 años, era más conocido como educador que como compositor, vocación y profesión que, finalmente, le ha acompañará en los anales de la historia universal.
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