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MARCOS MORO
Lunes, 17 de junio 2013, 09:37
Durante el pasado año las rentas de los locales comerciales experimentaron de media una bajada de entre un 15 y un 40% en Gijón dependiendo de las zonas. Así lo certifica Verónica Álvarez, gerente de la Agencia Asturias, quien explica estos datos por la propia dinámica del mercado. «Debido al descenso del consumo, en muchos casos los inquilinos han intentando negociar con los arrendadores para congelar la renta, para bajarla o para abandonar los locales. Los propietarios se están dando cuenta de que acomodando las rentas de sus locales a los precios de mercado actuales se consiguen alquilar y esto , en cualquier caso, es mejor que tener los locales vacíos», argumenta esta agente de la propiedad inmobiliaria.
Consecuencia de estos ajustes deprecio se están produciendo cada vez más migraciones de establecimientos, «a veces tan sólo a unas pocas manzanas más allá», protagonizadas por autónomos que no llegan a un acuerdo para que se les revise a la baja su contrato de alquiler. Así se han producido por ejemplo recientemente mudanzas de negocios de calles como Langreo o Donato Argüelles a la calle Asturias. Este fenómeno unido a los sucesivos cierres por los años crisis está dejando una imagen urbanística fantasmagórica en calles céntricas como Álvarez Garaya (en el tramo entre la iglesia de San José y el edificio de Cajastur), Donato Argüelles (entre Álvarez Garaya y Asturias) y Libertad (entre la plaza del Carmen y Donato Argüelles) que tuvieron en épocas no tan lejanas una importante actividad comercial.
El caso de la «desertización comercial» de Álvarez Garaya y su entorno, con la excepción de algunos 'oasis' (Class, Eterbell , Prenatal y Fausto), es desde hace tiempo objeto de análisis por parte del sector inmobiliario local. Javier Gutiérrez, responsable comercial de la Agencia Álvarez, destaca que en este momento ese antiguo eje comercial entre la plaza del Carmen y El Humedal «carece de negocios de referencia que tiren por él tras el traslado de una conocida joyería y otro establecimiento a zonas de mayor visibilidad comercial». Gutiérrez explica que otro inconveniente de esta calle «es que es muy ancha y fría comercialmente. Todo eso unido a propietarios de locales que no tienen precio de mercado ha dado lugar a ese desierto de locales vacíos entre los que sólo sobreviven sucursales bancarias y algunas oficinas».
Verónica Álvarez, al frente de la Agencia Asturias, también considera que esta zona empezó a perder fuelle comercial desde el momento en que quedó sin uso el enorme local entre las calles Donato Argüelles y Libertad que durante años ocupó el supermercado Simago -luego Champion- y en la última etapa Supercor. «Negocio atrae a negocio y al contrario, cuanto mayor número de locales vacíos, menos paso y menor interés por nuevas aperturas comerciales», resume. Esta experta inmobiliaria apunta como factor negativo, asimismo, el cierre de la estación de El Humedal para la que Álvarez Garaya era obligada zona de paso.
Schulz y La Arena
La desertización comercial no es exclusiva del centro. También se está dando en barrios como El Llano con tramos de acera cada vez más despoblados de tiendas. Un ejemplo es la avenida de Schulz (entre La Milagrosa y Juan Alvargonzález) y la situación de muchas calles del barrio de La Arena Aquilino Hurlé, Aguado y Manso. Según los intermediarios inmobiliarios, la falta de nueva implantaciones comerciales en el Muro es una cuestión casi endémica que viene favorecida por su orientación. «En primera línea playa sólo funcionan negocios de hostelería, mensajerías y oficinas de seguros», apunta Javier Gutiérrez.
El tiempo que tarda en alquilarse un bajo comercial en el centro hoy en día depende de tres factores, enumera Verónica Álvarez: el propio atractivo del local, la renta (si su precio se corresponde con el valor del mercado) y la instalación del bajo. «Un local bien instalado se alquila más rápido que otro que haya que reformar, o que esté en bruto. Nosotros hemos alquilados locales en menos de dos meses y, en cambio, otros llevan años cerrados sin alquilar. Pero la media de la mayoría es de cinco meses», señala.
Jesús Peláez, gerente de la Agencia Uría 7, destaca que en Gijón «no hay locales malditos, sino rentas altas». Este intermediario inmobiliario asegura que dentro y fuera de los principales ejes comerciales «van quedando muchos locales vacíos y más que va a haber porque los autónomos no pueden asumir la cantidad de impuestos y gastos que supone llevar un comercio». Como nota positiva señala que la calle Uría ha mejorado últimamente con la llegada de algunas franquicias interesantes y la renta media oscila entre 1.000 y 1.500 euros al mes para bajos con módulos de 100 metros cuadrados.
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