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JAVIER FERNÁNDEZ
Domingo, 16 de junio 2013, 03:44
Desde 2009 no se había publicado ninguna revisión y los profesionales esperaban ya con interés la nueva actualización de la guía de 2013 para el manejo de la hipertensión que, ante unos 6.000 congresistas, la Sociedad Europea de Hipertensión presenta estos días en Milán.
«Apela a la estrecha relación entre médico y paciente», destacó ayer Francis Fernández, vicepresidente de la Sociedad Española de Hipertensión y presidente de la asturiana, desplazado a Milán junto con otros sanitarios del HUCA y del Centro de Salud Vallobín-La Florida, de Oviedo. Recalcó que el nuevo documento recomienda un seguimiento más ajustado y que la labor del médico debe ir más allá del simple cálculo de la magnitud del problema. «Hay que controlar la evolución y tratar de bajar los niveles de riesgo», que se mantienen en las mismas cuatro categorías vigentes: muy alto, alto, moderado y bajo. El enfermo, tampoco puede quedarse de brazos cruzados. Llevar unos hábitos de vida saludables, medirse la tensión, tomarse la medicación y acudir puntualmente a las revisiones, son algunos de las lógicas rutinas que no puede descuidar.
Los estudios que se han venido realizando en los últimos cuatro años, cuando se realizó la última revisión de la guía de 2007, no han encontrado fundamentos suficientes para cambiar los límites de presión a partir de los cuales han de comenzar a tomarse medidas, que permanecen en 140/90 milímetros de mercurio para la práctica mayoría de los pacientes. Los diabéticos, sin embargo, tendrán unos márgenes más estrechos y deberán procurar que su presión arterial se ajuste a los 140/85 milímetros. Los expertos han incidido también en Milán en la necesidad de trabajar en la prevención y el desarrollo de tratamientos precoces.
La delegación asturiana, por su parte, no se ha dedicado a actuar de simple oyente en una cita de «un nivel científico muy alto». Han tomado la palabra hasta en cuatro ocasiones para comunicar al resto de asistentes sus estudios sobre el riesgo cardiovascular y la monitorización ambulatoria de la presión arterial.
Su contribución y la del resto de congresistas permitirán seguir luchando contra la hipertensión -que en España afecta a 14 millones de personas- y las enfermedades cardiovasculares, primera causa de mortalidad en los países avanzados.
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