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A. VILLACORTA
Viernes, 31 de mayo 2013, 06:06
«Hay un grupo de personas de la ciudad de Madrid, empleados de banco y tenderos, gente que cualquiera se puede cruzar por la calle que, cuando llegan los fines de semana, se ponen una túnica blanca y se van a no sé dónde con el objetivo de alojar a las almas de los muertos que todavía no han encontrado acomodo. Y también hay quien sostiene que ha mantenido relaciones íntimas con extraterrestres».
Gustavo Bueno recurrió ayer a la ironía y a «testimonio grabados» y guardados celosamente en su videoteca tras conocer por las páginas de EL COMERCIO el incremento de los casos de posesión diabólica en Asturias. Un aumento también detectado en Madrid por el cardenal Antonio María Rouco Varela, que designará de una tacada a ocho nuevos exorcistas para la capital, y contado en primera persona por el canónigo penitenciario de la Catedral de Oviedo, el hombre designado para practicar este tipo de rituales en la Iglesia asturiana de forma habitual por encargo de los últimos prelados: Benito Gallego, don Benito.
El filósofo explicó que las posesiones diabólicas, sin «ninguna base», se explican «porque hay mucha incultura» y porque la sugestión es poderosa, ya que «el fenómeno es, sobre todo, social, influido por el entorno en el que mueven los individuos», en el que, por cierto, «hay mucha gente que ha visto la película» de culto filmada en los setenta.
Le rebatió el arcipreste de Gijón (donde tuvo lugar el último exorcismo practicado en Asturias), Adolfo Mariño, firmemente convencido de «la existencia del maligno».
«Los sacerdotes lo sabemos perfectamente. Hay mucha gente que se nos confía y que tenemos que encomendarlos a los exorcistas», relató Mariño, quien precisó, no obstante, que el proceso «requiere un discernimiento previo», en el que algunas veces es necesaria la participación de un psiquiatra, y «un acompañamiento posterior» para saber si el exorcismo, que puede ser repetido, ha surtido efecto o no.
De la misma opinión, el capellán del Sporting, Fernando Fueyo, cita como prueba de la existencia de Satán «las últimas profanaciones de iglesias ocurridas en Asturias», porque, sostiene Fueyo, «aunque haya quien lo dude, haberlo haylo».
Y pone el término medio Francisco Javier Fernández Conde, que, aunque recuerda que «el demonio aparece en la Biblia y puede actuar», prefiere pensar que «la mayor parte de los actos de apariencia satánica responden a la maldad de los hombres». El sacerdote e historiador especialista en la Edad Media comenta que, en aquella época, «el diablo se aparecía en todas partes, pero la religiosidad era primaria, pobre».
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