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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
Miércoles, 15 de mayo 2013, 04:42
Oviedo es una 'ciudad-experimento', una de las participantes en la Red Española de Ciudades Inteligentes en la que se miden los avances en el camino hacia convertirse en una 'smart city'. Una ciudad que usa las nuevas tecnologías para mejorar la gestión de sus servicios, hacerlos más eficientes y a los ciudadanos, más conscientes de ellos.
Y aquí cabe todo. El desarrollo de la comunicación de datos en movilidad y de nuevos sensores permite sueños futuristas, solo limitados por los costes. El alumbrado público dispone, por ejemplo, de relojes de precisión que fijan el apagado y encendido en función del ciclo solar. Se encienden antes en el Este del municipio, que en el Oeste. Pero podrían ser más eficientes aún. El Ayuntamiento impulsa la renovación de las derrochadoras e ineficientes farolas isabelinas, por nuevos modelos y con la sustitución de las lámparas de sodio por bombillas LED, que consumen hasta un 70% menos. Es un paso hacia la eficiencia energética que debe caracterizar a una 'smart city', pero, en función del presupuesto, se puede ir más allá. Con sensores que midan la luminosidad, que retrasen el encendido en días claros o lo adelanten si el cielo se cubre, que midan el número personas o de coches en una zona o calle... Son ejemplos de un empeño del alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, de una dirección en la que se mueven medio centenar más de municipios españoles, entre los que Santander va a la cabeza, con un plan en tres fases que se completará con una inversión de 8,6 millones de euros y la colocación de 20.000 sensores.
En la reciente reunión con el presidente de la Agencia Española de Meteorología, el alcalde se interesó por la colaboración que la agencia está prestando a otros municipios para mejorar la gestión del tráfico. ¿Cómo cambia la circulación en Oviedo cuando llueve o nieva? Un estudio así y una red de sensores que recojan datos sobre el tiempo, permitiría desplegar a la Policía Local de forma más racional o, incluso, recomendar itinerarios y cambiar la regulación semafórica.
El campo es tan amplio y la mejora de la tecnología tan constante que la mayor parte parece ciencia ficción o se queda obsoleto en meses. Los técnicos hablan de «tecnologías relacionadas con la 'IoT'», acróstico de 'Internet on Things', internet de las cosas. Las pantallas que estiman el tiempo de llegada de los autobuses son un ejemplo, pero de nuevo la tecnología permite aún mayores niveles de información si se incluyeran datos de densidad del tráfico o el número de plazas disponibles.
Inteligente y comercial
Las ciudades inteligentes también tienen una vertiente comercial, de empresas que proveen estos servicios y compiten entre ellas y que lamentan que su implantación «solo está limitada por la capacidad financiera» de los municipios. Y que también miden los éxitos o patrocinan los estudios sobre 'smart cities'.
Los avances hacia la ciudad inteligente se miden en seis campos. En la Economía, si se fomenta el emprendimiento, la internacionalización y la productividad; en Población, su nivel de cualificación, integración o participación; en Gobierno, la transparencia o los servicios; en Movilidad, el tráfico interno y externo o el acceso a internet; en Medio Ambiente, los valores naturales o la contaminación; en Vida, la calidad sanitaria y educativa o la oferta cultural.
En un estudio conjunto de la universidades de Deltf, Viena y Liubliana, Oviedo tiene indicadores negativos en cinco de las seis áreas, solo aprueba en Vida. Está en el puesto 50 de un ránking de 70, penalizada por algunos factores económicos y educativos. Oviedo solo está empezando en un mundo sin fin.
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