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L. FONSECA
Miércoles, 8 de mayo 2013, 05:15
530 casos anuales de anorexia y bulimia. Entre los años 1998 y 2010, el Registro de Trastornos Psiquiátricos del Principado notificó un total de 6.378 situaciones de este tipo, de las que el 92,83% (5.921 casos) correspondieron a mujeres, y el 7,17% (457), a hombres. Así aparece reflejado en la tesis doctoral que sobre trastornos alimentarios en Asturias realizó el abogado del Cuerpo Superior de Letrados de la Seguridad Social, Juan Méjica: un pormenorizado trabajo de 300 páginas -dirigido por el psiquiátra Julio Bobes- con el que ayer logró el título de doctor en Medicina por la Universidad de Oviedo.
El que fuera jefe de los servicios jurídicos del extinto Insalud en Asturias durante más veinte años suma un nuevo doctorado (es doctor en Derecho y también licenciado en Geografía e Historia) con esta investigación en la que asegura que pese al impacto mediático que la anorexia y bulimia suelen tener, apenas suponen el 0,08% de los trastornos mentales en mujeres y el 0,01% en los hombres. «Las estadísticas demuestran que no es una enfermedad de alta prevalencia», explicó Méjica al término de la lectura de la tesis celebrada en el Salón de Grados de la Facultad de Medicina, en la que actuó como presidente del tribunal el psiquiatra Manuel Bousoño, y que contó como vocales con Sergio Gallego, médico, abogado y presidente del Comité de Bioética, y con Rafael Fonseca, magistrado del Tribunal Superior de Justicia.
¿Forzar tratamientos?
En su trabajo, el letrado contrapuso el derecho a la imagen corporal versus la seguridad clínica del paciente. En este sentido, Méjica explicó que en el tratamiento y seguimiento clínico de este tipo de pacientes colisionan varios derechos: «El de la propia imagen, el derecho a la vida, el de la libertad y el de la integridad física». Conjugar todos ellos resulta harto difícil, sobre todo cuando los médicos se enfrentan a casos de pacientes que no quieren ser tratados.
El ya doctor en Medicina es contrario al internamiento forzoso que defienden otros especialistas (dice que es como una puerta giratoria) y apuesta por fórmulas ensayadas ya con éxito en Estados Unidos como el llamado Tratamiento Ambulatorio Involuntario (TAI). También instó a perseguir a quienes fomenten la anorexia desde páginas web u otros formatos y propuso la creación de un estatuto del enfermo mental.
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