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O. VILLA
Viernes, 3 de mayo 2013, 16:17
La buena fortuna hizo que el desprendimiento de tierra y piedras que hacia las diez y media de la mañana de ayer se produjo en una ladera de la localidad colunguesa de Lué no produjese víctimas pese a caer sobre la totalidad de la calzada en dirección a Oviedo de la Autovía del Cantábrico. En ese preciso instante, ningún vehículo transitaba por los alrededor de sesenta metros afectados directamente por el desprendimiento, pero fue una cuestión en la que tan sólo intervino de forma favorable el azar. De hecho, fueron muchos los camiones y coches que debieron ser obligados a retroceder hasta el enlace de Colunga, unos cuatro kilómetros atrás, hacia donde avanzaron en dirección contraria a la de la circulación bajo el control de la Guardia Civil, que intervino apenas producido el derrumbe.
Inicialmente fue obligado interrumpir la circulación tanto en la calzada directamente afectada como en la opuesta, pero de inmediato la Guardia Civil desvió el tráfico por la carretera N-632, por la capital colunguesa hasta que, a última hora de la mañana, habilitó un bypass entre ambas calzadas de forma que se restableció la circulación en los dos sentidos a través de un carril de la calzada opuesta a la afectada por el argayo entre los kilómetros 343 y 345 (entre el inicio de la subida desde Colunga a Venta del Pobre y el enlace ubicado en esta localidad).
A la zona acudieron operarios del servicio de mantenimiento de carreteras para retirar la tierra amontonada sobre la calzada y liberar el paso por la autovía con dos palas. Unos trabajos que continúan y que obligan a cortar uno de los carriles para garantizar la seguridad.
Todo apunta a que el derrumbe se produjo por la acumulación de agua, a causa de la lluvia caída en las últimas jornadas, en el terreno, al punto de volverlo inestable y, en la práctica, darle la consistencia de un fluido denso, que finalmente se derrumbó sobre la calzada, afectando a unos sesenta metros de la misma y cubriendo completamente sus tres carriles con una capa de casi dos metros de altura en algunos lugares. Su fluidez permitió la retirada completa del derrabe en unas horas. A las nueve y cuarto de la noche, con la calzada ya expedita, se decidió abrir a la circulación el carril central y el de la izquierda, y mantener cerrado el derecho y más cercano al talud, mientras se procede a la inspección completa de la ladera afectada por el argayo para comprobar que el resto de ella no presenta riesgo de derrumbe o, en caso contrario, proceder a labores de fijación del terreno que, en función de su estado, podrían prolongarse de forma, de mommento, indefinida.
Cabe recordar ejemplos como el derrumbe del talud de esta misma autovía en el límite entre Villaviciosa y Sariego, que mantuvo una calzada cortada durante meses, dado que fue preciso desmontar buena parte de la ladera, o lo ocurrido también por un derrumbe del talud sobre el túnel que une los concejos de Siero y Langreo en la Autovía Minera, que obligó a obras de fijación de las escolleras superiores que se prolongaron mucho más de lo inicialmente previsto, a consecuencia de sucesivos derrumbes durante su ejecución.
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