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LIDIA ÁLVAREZ
Lunes, 8 de abril 2013, 12:21
Los profesores del colegio José María Suárez de Cerredo (Degaña) reivindican mejoras en las instalaciones del centro y que sus alumnos puedan disfrutar de los mismos derechos que el resto de escolares asturianos. En la actualidad, se están realizando pequeños arreglos, «pero es un colegio muy viejo y aquí nieva gran parte del año, hace mucho frío y se deteriora el material», explica Pablo Martínez Corral, profesor de Historia. El resto del profesorado coincide. Cristina Fernández Comins, profesora de Inglés, cree que «la construcción inicial, para estar en un pueblo de montaña, no está bien planteada y el colegio tiene graves problemas estructurales. A base de presionar y presionar, hemos conseguido que empezaran algunas obras, pero queda mucho por hacer».
En noviembre, la Consejería de Educación asignó 59.000 euros al centro, y la dirección ha sido la encargada de distribuir esa cantidad. De momento, según señala la directora del colegio, Almudena Domínguez Chao, «estamos destinando el dinero a hacer obras prioritarias de seguridad, desde barras para que no caiga la nieve en bloques desde el tejado, a canalones; porque es increíble que un colegio de alta montaña como éste, no tuviera canalones». También han instalado una alarma antiincendios, o una verja, porque el colegio está permanentemente abierto.
Pero las necesidades son muchas más. «Las ventanas son de aluminio y entra el aire por todas partes, moviendo incluso los papeles de las mesas, como si estuvieran abiertas». Lo mismo sucede con las puertas. Tampoco las paredes del colegio están aisladas, por lo que la humedad se aprecia en muchas de las estancias.
No obstante, los problemas van mucho más allá, porque no recuerdan la última vez que se invirtió en material para el colegio, y los encerados con los que cuentan en este curso, han llegado desde otros centros en los que se han quitado para poner pizarras digitales. También han recogido el material que había en el Centro del Profesorado y de Recursos (CPR) de Cangas del Narcea, tras su cierre. En ambos casos, profesores y padres tuvieron que efectuar la recogida y transporte por sus propios medios.
La escasez de material es tal, que «nuestros alumnos no han podido hacer experimentos en lo que va de curso; tenemos pinzas de depilar, en lugar de pinzas de laboratorio, y no tenemos materiales reactivos. Ni que decir tiene que carecemos de aulas de idiomas, con ordenadores, programas y auriculares, como en otros centros».
«Tienen los mismos derechos»
Almudena Domínguez señala que «los problemas que hay aquí se saben, porque hemos mandado a Consejería todos los escritos habidos y por haber, y es verdad que nos han dado dinero, y nos proporcionan esos materiales, pero hay mucho más». Se sienten discriminados con respecto a otros centros, «y yo creo que nuestros alumnos, tienen los mismos derechos, que los que están en colegios situados en ciudades. Incluso deberían tener más, porque aquí no hay otras alternativas. Por ejemplo, nosotros hacemos funciones de biblioteca pública en Cerredo, pero está desactualizada. Y no nos sirven argumentos de que en otros centros hay 500 alumnos y en el nuestro en torno a 100».
Y aquí surge el problema de las ratios. La consejería plantea para el próximo curso unificar las dos aulas de Infantil y los grupos de primer y segundo curso de la ESO. «Si nos quieren igualar y quitar aulas, que entendemos que es legal por las ratios establecidas, nos parece bien, siempre que tengamos exactamente las mismas condiciones, ni más ni menos, en nuestro centro, que las que tienen en Oviedo. Si me igualan por abajo, me tienen que igualar por arriba».
A toda esta situación hay que añadir los problemas que conllevaría en el colegio la previsión de la Consejería de Educación de suspender durante julio y agosto los contratos con los profesores interinos. «Si esto se cumple», explica Almudena Domínguez, «a vuelta de vacaciones solo habría en el colegio dos personas, yo misma y la jefa de estudios, que está cubriendo una vacante por comisión de servicio». Esto supone que en septiembre la directora se encuentre sola para realizar todas las tareas de matriculación, recepción del nuevo profesorado, realización de exámenes..., algo que ve «inviable».
Tampoco ven factible la solución de que los interinos se incorporen el 1 de septiembre, porque «implicaría que a los alumnos les examinarán profesores que no les conocen y que únicamente cuentan con el resultado del examen, porque no conocen la trayectoria de cada uno».
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