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FERNANDO DEL BUSTO
Viernes, 5 de abril 2013, 02:17
Hijo de granjero y nieto del mejor excavador de turba de Irlanda Seamus Heaney (County Derry, Irlanda del Norte, 1939) reunió ayer a algo más de 250 personas en el recital poesía ofrecido en la cúpula del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer dentro del ciclo Palabra, coordinado por Jordi Doce. «Una lectura de poesía es un ritual en que los celebrantes vienen a dar fe del valor del poema», explicó durante la mañana en un encuentro con los medios de comunicación.
Seamus Heaney inició ayer ese ritual con la lectura de su primer poema 'Digging' ('Cavar') que abre su primer libro 'Muerte de un naturalista' (Hiperión). En la presentación de la lectura, el premio Nobel de literatura confesó como la poesía había representado un «cambio en mi vida», al abandonar la tradición rural de su familia, convirtiendo la pala de sus ancestros en la pluma estilográfica que le ha permitido elaborar una obra coherente y que le ha granjeado el prestigio internacional.
Tras su emocionada lectura, Jordi Doce leyó la versión en español, en este caso en la traducción de Antonio Rivero Talamillo. Esta estructura se mantuvo a lo largo de todo el recital. Salvo en los casos en que las versiones eran propias, Doce citó a los traductores, como el poeta avilesino José María Castrillón.
A lo largo del recital, el paisaje irlandés se asomó al Centro Niemeyer en un hermanamiento que Heaney ha vivido en primera persona desde hace muchos años. «Cuando el avión desciende hacia el Aeropuerto de Asturias y veo, por la ventanilla, la línea de la costa se parece a la costa irlandesa. El paisaje también es similar. Desde el punto de vista cultural, existe otras similitudes, como la convivencia de una cultura regional fuerte y otra nacional, incluso imperial o imperialista. Y también la convivencia de dos lenguas», había explicado en su encuentro con los medios de comunicación.
La residencia en la comarca de Avilés desde hace varias décadas de familiares de Seamus Heaney explican esa íntima relación, desvelada por este periódico en 1995, poco después de que recibiese el premio Nobel de Literatura.
En Salinas
De hecho, ayer en la lectura recuperó los tres poemas que forman sus 'Pequeños cánticos de Asturias' recogidos en 'Luz Eléctrica' (Visor). El poema se basa, según explicó el propio Heaney, en un viaje con su mujer y tres hijos desde Francia hasta Salinas. En la ruta, «nos perdimos y terminamos en Veriña, al lado de los altos hornos, gritándonos unos a otros. El fuego de los altos hornos me recordaron el Infierno y pensé en la Divina Comedia», explicó.
En este poema, donde no faltan las referencias a la compleja historia de Irlanda, Heaney elabora una similitud con la obra de Dante. Tras recorrer el Infierno gijonés; en el trabajo rural que ve entre Piedras Blancas y Salinas encuentra una similitud con el purgatorio. Finalmente, asistiendo a la procesión del Corpus en San Juan de la Arena, y pensando en la próxima salida hacia Santiago de Compostela, escribe el paraíso.
Heaney explicó que «desde que soy abuelo, tengo menos oportunidades para venir a Asturias», aunque su familia mantiene una estrecha relación con la comarca. Recordó que «en Asturias escribí mucho, sobre todo en mis estancias de verano en Salinas». Así, desveló como durante la década de los 90 trabajó en la traducción del poema épico anglosajón 'Beowulf'.
Una relación que no sólo es entrañable («me siento como en casa», aseguró), también le permiten opinar sobre los premios Príncipe de Asturias. «Son importantes porque reafirman el valor de la literatura como tal. Durante un momento, ponen a la literatura en el centro del debate. Como sucede en cualquier concurso, cuando uno lo gana siempre hay 5 ó 8 más con iguales méritos. Es un debate que siempre existe».
El recital concluyó con la lectura de un poema inédito 'On the Gift of a Fountain Pen' ('De una pluma que recibí como regalo') en el que reflexiona sobre si fue adecuado el tiempo de su vida dedicado a tareas diferentes a la escritura. La respuesta es ambigua, «Sí y y no», y lo importante es que «va la pluma al tintero/ y vuelvo a empezar»; es decir, sigue escribiendo. En su explicación, Heaney relacionó ese último texto con el poema inicial, toda vez que la pluma es la pala que ha tomado como herramienta de trabajo.
Los asistentes pudieron conservar una copia con el ejemplar de la revista mensual 'El cuaderno', que se distribuye gratuitamente en diferentes centros culturales de España, como el Niemeyer, además de en librerías. Y aunque, como reconoció Heaney, el idioma es una barrera, ayer la poesía se convirtió en un puente para los asistentes.
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