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ALEJANDRO CARANTOÑA
Domingo, 31 de marzo 2013, 03:47
Aunque fuera asome el sol, en la Sala de Cámara del Auditorio Príncipe Felipe solo reinan las botellas de agua, los cables enroscados por el suelo y el silencio previo a que Lluís Coll se pegue el cornetto a los labios y ataque, rodeado por Daniel, Aarón y Pablo Zapico 'Lascia ch'ió pianga', el aria de 'Rinaldo', ópera de Händel, en una nueva encarnación concebida para la ocasión.
Ocurrió ayer a mediodía, en el primer día de grabación de 'Ópera Zapico', el nuevo trabajo de los asturianos para el sello alemán Winter&Winter, y en el que cuentan, por primera vez, con un buen puñado de colaboradores: el propio Coll; Alejandro Villar al traverso; David Mayoral a la percusión; François-Joubert-Caillet a la viola da gamba; y el coro El León de Oro.
La idea le rondaba a Aarón, y acabó cuajando de la mano de sus hermanos y de Stefan Winter, que se ocupa de la producción: «Un disco, que no una tesina», ríe Aarón, en el que se traza un «recorrido desde Monteverdi a Mozart» adaptando arias y piezas operísticas al formato trío que integran tiorba, archilaúd o guitarra barroca junto con clavecín y órgano. Monteverdi, Cavalli, Purcell, Caldara, Händel, De Nebra, Rameau, Bach (Johann Christian, hijo menor de Johann Sebastian) y Mozart desfilan en un bufet elegido «según criterios estéticos, tratando de abarcar todos los repertorios y épocas», según completa Pablo.
Afrontan el reto desde ayer y hasta mañana, a puerta cerrada, tras «un año de maduración y consumir 'tonelaes' de música», explican, acrecentado por el hecho de transportar música orquestada y vocal a su terreno: «Es un reto mayor», reflexiona Daniel, que requiere de su «compenetración». Especialmente en lo tocante a él y a su hermano Pablo, que se complementan en los instrumentos de cuerda: «La tiorba es bastante imprescindible», enumera este, por tener un sonido más grave; «el archilaúd es más melódico; y la guitarra, más rítmica».
Con estos ingredientes han terminado de transcribir y trasponer los abanicos melódicos y cromáticos de los grandes compositores del Renacimiento («Monteverdi, como quien dice, inventó la ópera») y del Barroco como quien «busca los pinceles más adecuados», en palabras de Aarón, sirviéndose, añade Pablo, de su vasta experiencia armónica en el bajo continuo, la técnica compositiva barroca en la que acompañaron, por poner el ejemplo más reciente en Oviedo, la ópera 'Agrippina', de Händel en diciembre.
Winter contempla las disquisiciones de los Zapico y de Coll desde detrás de su mesa de trabajo, acompañado del técnico Adrian Von Ripka. Bromea, anota la partitura, pide notas más largas allí y más intenciones allá; tonos más estables en este compás y finales más marcados, o menos.
«Siempre es diferente», señala en un inglés teñido de alemán: encara la grabación con tomas completas de los temas sobre las que, después, va cincelando compases y tramos, una «sorpresa», en principio, para los Zapico, que ha acabado por aportarles «buenas cosas», según dicen. «Cuando escribes a ordenador sabes que puedes corregir en cualquier momento», dice Winter, confuso porque de pronto se haya puesto a llover en Oviedo, «pero cuando escribes a mano estás obligado a pensar la frase entera y no cometer errores. Intento que los músicos piensen la frase entera» dice este entusiasta, amante de la «intimidad» entre músico y oyente y, por tanto, celoso de los espacios de grabación y de su acústica.
Así se hace el silencio total, con todas las frecuencias ajenas anuladas, en la Sala de Cámara empedrada. Apenas se utilizan unos micrófonos de ambiente, y otros «por seguridad», cuando los Zapico y Coll atacan por última vez el aria final de la mañana. 3.44 minutos después, la pista está lista; la suerte, echada; y la 'operación' Zapico, un paso más cerca.
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