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Acampada de los mineros en huelga junto al pozo de Cerredo. :: L. ÁLVAREZ
«Sólo nos dejan polvo y miseria»
Occidente

«Sólo nos dejan polvo y miseria»

«Si no se soluciona esto, aquí no quedará nada. Pueden tranquilamente hacer un pantano», advierten los vecinos, que no renuncian a luchar La incertidumbre sobre el futuro de la minería coloca al concejo de Degaña en una situación límite

LIDIA ÁLVAREZ

Domingo, 17 de marzo 2013, 02:45

Las calles de Degaña y Cerredo están casi desiertas, y no sólo a causa de la nieve de los últimos días. «Se pueden contar con los dedos de las manos los que estamos trabajando hoy en la capital del concejo», cuenta un vecino de Degaña. «Casi te da vergüenza tener trabajo cuando hay tanta gente que lo pasa tan mal», añade. El concejo atraviesa una situación límite por la incertidumbre sobre el futuro de las explotaciones mineras del Grupo Alonso. El alcalde, José Manuel Fernández, señala que, «directa o indirectamente, todo depende de ello. Degaña es 100% minería y, si desaparece, implicará el cierre de comercios, colegios o, incluso, servicios médicos. Sólo quedaríamos los jubilados. Y estamos hablando del que fue el concejo más joven de Asturias». En las últimas semanas, las cosas se han precipitado y «la gente está desesperada y muy alterada, y es normal, porque llevan tres meses sin cobrar y se ven en la calle».

«Las cosas están mal en todas partes, pero aquí no hay alternativas. Si el Gobierno y este empresario no dan su brazo a torcer, no hay salida», dice Lorena, camarera en un bar de Cerredo por el que pasan a diario los trabajadores que en las últimas semanas han perdido su puesto de trabajo: «Lo del ERE de extinción es un eufemismo. Hablamos de 170 personas despedidas», zanjan.

También podemos encontrar a algunos de los que todavía quedan en plantilla, unos 80, que están en huelga en solidaridad con sus compañeros. Prefieren no dar sus nombres ni salir en fotos. Unos «por miedo a las represalias», otros porque «lo importante es que se sepa que estamos todos unidos en esta lucha. Nuestras opiniones son las de todos».

La idea común es clara: «El futuro es muy negro y los ánimos van decayendo. La situación es casi insostenible. Si no se soluciona, aquí no quedará nada. Pueden tranquilamente hacer un pantano».

Van a seguir luchando el tiempo que haga falta, pero, para ello, necesitan «el apoyo de todos» y que se destierren mitos que «lo único que pretenden es restar esos apoyos», como el de que llevan años recibiendo subvenciones. «Las ayudas al carbón se las ha llevado ese señor, y a nosotros sólo nos dejan el polvo, la porquería y la miseria», añade otra vecina. Mientras, otro trabajador apunta que «la gente también habla de sueldos desorbitados, pero es mentira». «Mi nómina ronda los 1.200 euros. Antes sí eran más elevados. La minería siempre cambió salud por dinero», aclara.

Quejas también a la gestión de los Fondos Mineros: «quedaron desperdigados por toda Asturias, pero aquí no llegó nada. Y también me pregunto de qué se creen que están viviendo en Oviedo, por ejemplo: pues de esos prejubilados que fueron dejando las comarcas mineras».

Almudena, Cristina y Pablo son profesores en Cerredo. Ninguno es de aquí y reconocen que no eran conscientes de la dramática situación que se vive en este concejo. Por eso están tan implicados como los vecinos en la lucha. A ellos no les intimida nombrar «al empresario», como dice la gente del pueblo. No entienden «cómo Victorino Alonso hace y deshace sin ningún tipo de escrúpulos y sin que nunca le pongan trabas» y tampoco por qué no se ha trabajado en una alternativa a la minería en los últimos años.

La situación se nota también entre los alumnos. «Se te encoge el alma al escuchar a un niño decir: pues si por culpa de Rajoy y de Victorino no puedo ir al viaje de fin de curso, no te preocupes mamá, que yo no voy, no gastéis más». Tampoco es extraño sorprender a alumnos llorando. «Es lógico, ven la tensión día a día en sus casas. Hay una diferencia brutal desde el día que llegamos hasta hoy. Lo único que vemos es desolación». Y esto, advierten, puede desembocar en una situación crítica. «Esta gente está acostumbrada a luchar y muchos ya no tienen nada que perder. Y no hay nada más peligroso que cuando ya no te queda nada que perder».

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