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ALEJANDRO CARANTOÑA
Miércoles, 6 de marzo 2013, 11:34
Dice Marzio Conti, el director titular de la orquesta Oviedo Filarmonía, que el resultado «impresiona». Se refiere a la proyección de 'Alexander Nevsky' en el Audiotorio Príncipe Felipe (hoy a las 20 horas, entrada libre), pero también, por extensión, a la estampa que quienes hoy llenen el patio de butacas podrán contemplar por primera vez: sobre la pantalla, la película de Sergei Eisenstein; justo debajo, el coro de la Fundación Príncipe de Asturias, con la mezzosoprano Marina Pardo en el centro; y en el flamante foso, que se inaugura esta tarde, la orquesta.
Todo para darle vida en directo, de la mano del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la Universidad de Oviedo, a la partitura de Sergei Prokofiev -a la postre convertida en cantata, con entidad propia-. Conti, que ya asumió el reto de hacer este trabajo el año pasado con 'Metrópolis' de Fritz Lang y la banda sonora de Gottfried Huppertz, se enfrenta hoy a otra vuelta de tuerca, dado que la música de Prokofiev va intercalada con diálogo y supone, dice, «mucha implicación para los músicos, aunque cuatro días de ensayos son suficientes. El reto es, sobre todo, para el director».
En su caso, viene a redondear así lo que con sorna llama su «mes Prokofiev» (viene de Seúl, de dirigir el ballet 'Romeo y Julieta' del ruso, que también dirigirá en Oviedo en junio). Ha memorizado el minutaje y ha decidido prescindir de órdenes mediante cascos, para dirigir, explica, «como si fuera una ópera» imbuida por «el magistral trabajo de Eisenstein, sobre todo en algunos primeros planos y en un dominio de la cinematografía impresionante».
Encargada por Stalin con fines propagandísticos, la película de Eisenstein se sirve de la historia real del príncipe Nevsky, ambientada en el siglo XIII, para trazar un paralelismo entre la lucha de este contra el yugo teutón y la de sus propias tropas contra los alemanes, en los albores de la Segunda Guerra Mundial y a solo tres años del choque con los ejércitos de Hitler, en 1941.
«Siempre hay rojos y negros, grises y verdes. Siempre hay buenos y malos», señala Conti. «Pero lo bonito es la parte emocional, la maestría de la obra». Una forma, dice, de poner «la música en las venas de la ciudad», de implicarla con acontecimientos, como este, que se ha trasladado en esta ocasión al Auditorio debido a la ingente demanda que se produjo con 'Metrópolis', en el Campoamor.
Conti servirá así la partiura, repleta de potentísimos metales, con el aliciente que supone el foso abierto del Auditorio y la proyección que le da al coro su ubicación, sentado en el proscenio. Ataca con grandes gestos, y emoción casi teatral, cada uno de los fragmentos: el repertorio ruso es uno de los que hacen sentir más cómodo al maestro italiano. «Es una cuestión de sensibilidad, no de nacionalidad: el mejor Puccini es de un señor que se llama Von Karajan; y la 'Traviata' más grande, de Carlos Kleiber; y la Novena de Beethoven, de Arturo Toscanini».
El resultado de esta pasión, que en el ensayo del lunes por la noche ya lucía acompasado y apabullante, quedará fijado hoy por la tarde. «Espero que la acogida sea igual o mejor que el año pasado», sentencia Conti, antes de insistir en lo «impresionante» de los 'tutti': Prokofiev en vena para Oviedo.
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