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SUSANA NEIRA
Miércoles, 27 de febrero 2013, 04:18
Trubia amaneció ayer con el sonido de los petardos. Los primeros estallaron poco después de fichar el turno de la mañana, el de las seis, en la antigua factoría. Los tiraban desde el interior, al que accedieron por grupos o en solitario los trabajadores con el saco de dormir, las esterillas y la mochila al hombro, cargada de comida y enseres personales. Hasta el jueves no volverán a casa y dormirán en las naves y oficinas.
Así arrancó el «masivo encierro» en la fábrica de armas de Trubia en protesta por el plan de reestructuración presentado por la multinacional americana General Dynamics, que dejaría a 289 empleados de Asturias en la calle y a dos tercios de los restantes afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo hasta 2015. Un ajuste tan drástico que, a pesar de que la empresa defiende lo contrario y lo justifica para buscar «viabilidad» ante la caída del mercado, los obreros consideran que supone «un cierre encubierto; el final».
La convocatoria se secundó en otros puntos a nivel nacional-en Madrid, Granada, Sevilla y La Coruña, esta última quizá la más perjudicada al enfrentarse a un cierre, y que suman 693 despidos- y resultó muy concurrida. «Está arrancando muy bien, con un 97 ó 98% de personal encerrado, incluidos algunos mandos intermedios, y bastante ánimo», cifró en la villa José Álvaro García, delegado sindical de UGT. Porque la preocupación crece a medida que avanza el calendario. Quedan dos semanas para negociar con la empresa y «hay que poner toda la carne en el asador, nos jugamos nuestro futuro y el de nuestras familias. Con la media de edad que tenemos (unos 50 años) es enviarnos directamente a la empresa con más trabajadores de España (al paro)», advirtió uno de los representantes de CC OO, Domingo Alonso Menéndez, con el sonido de fondo de la pólvora «para celebrar Santa Bárbara», ironizó. Y recordó que hace casi 30 años que no se veían en semejante situación: el último encierro en Trubia se remonta a 1994, cuando se planteó el cierre de varías factorías estatales.
En general, la primera jornada resultó bastante calmada. El acto central de la mañana fue la salida de todos, a la una de la tarde, controlada por Guardia Civil, Policía Local y los vigilantes privados, para cortar el tráfico durante poco menos de veinte minutos y pegar alguna pancarta en la fachada y en las cercanías del río con un mensaje: no a los despidos. Por la tarde, celebraron asambleas y comenzó la convivencia y las horas muertas. «Algunos hasta se han traído el ordenador para ver el partido», dijo un representante sindical.
En la jornada se repitieron las críticas contra la empresa americana, propietaria de las fábricas desde la privatización en 2001, y de la que se consideran «engañados». Principalmente desde el cierre de La Vega y el traslado a Trubia con el compromiso de garantizar los puestos. «Decía que venía a aportar trabajo y carga tecnológica y ahora nos están dejando morir en el primer año de pérdidas», lamentaron los representantes sindicales, que advirtieron que con menos de cien personas en activo será imposible producir. Pero tampoco se escapó el Gobierno regional, a quien reclamaron una acción más contundente, y el Ministerio de Defensa.
Reuniones con PSOE e IU
De forman paralela a este primer encierro, los representantes sindicales continuaron con su ronda de reuniones con los grupos políticos. Ayer les recibió Izquierda Unida y luego el PSOE en la Junta General, quienes apoyaron sus reivindicaciones.
«Esto no es una industria cualquiera y el Estado tiene que decantarse; no nos resistimos a creer que una operación de esta envergadura la haga General Dynamics sin su connivencia», advirtió el secretario general de la Federación de Industria de CC OO, Damián Manzano, a la salida. Por eso, al igual que su homólogo de MCA-UGT, Eduardo Donaire, exigió la retirada de un plan que no aporta futuro. «Primero ha sido la venta de Murcia y el cierre de La Vega y luego los despidos y el ERE; la tercera fase si no se remedia será el cese definitivo, y eso sería nefasto para un país que no tuviera esta industria», expuso este último. «Queremos que se retire este ERE y que las instituciones puedan apoyarnos», dijo en referencia a los distintos gobiernos regionales afectados por los cierres. Hasta le da igual el color: «Si al final lo consigue Ana Botella o Feijoo no me dolería en prendas decir 'bien'». De aquí que su propuesta sea que en lugar de despidos se hable de un plan industrial para que Santa Bárbara tenga carga de trabajo hasta 2016, cuando la empresa confía en remontar la situación.
Porque hay que evitar «que en el futuro España no tenga que importar lo que necesiten las fuerzas armadas», dijo ayer el portavoz de IU, Ángel González, cuyo grupo ha presentado una de las dos mociones que se debatirán la Junta General el viernes en respaldo a la plantilla. Por su parte, en la segunda reunión, la diputada del PSOE María Pineda, les ofreció también su apoyo aunque lamentó que «el Gobierno regional no puede interferir para frenar el ERE» tras la última reforma laboral aprobada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Las siguientes citas, con el PP y Foro, ya están cerradas para este jueves, día en que acabará el encierro en la planta.
Pero las protestas no terminarán ahí. Se celebrarán dos jornadas de huelga los días 6 y 7 de marzo con una salida a Madrid para manifestarse frente a las oficinas de la sede de la multinacional. Y al día siguiente, como anunciaron ayer, habrá una concentración, a partir de las cinco de la tarde, frente a Delegación de Gobierno, en la plaza de España.
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