Borrar
Rosa María Giménez prepara la comida en el antiguo campo de fútbol, en septiembre de 2012. :: M. ROJAS
Pendientes del campo Luis Oliver
Oviedo

Pendientes del campo Luis Oliver

La asociación Fuente Pando solicita una piscina climatizada, un centro juvenil y una mayor seguridad en el barrio, con 27.000 residentes Vecinos de Pumarín reclaman destinar el antiguo estadio a zonas deportivas tras su derribo

MARÍA LASTRA

Miércoles, 13 de febrero 2013, 11:42

Declarada Bien de Interés Cultural, la fuente de Pando se remonta a la época de Ordoño II, el rey de Galicia y León fallecido en el año 924. Donó el manantial a la Catedral de Oviedo. Situada en el barrio de Pumarín, los vecinos han decidido utilizarla para darle nombre a su asociación, desde donde reclaman ahora un mejor estado de la infraestructura. José Sariego, su presidente, lamenta su «abandono», con azulejos y pintadas «que le restan valor». Hasta ella acuden a diario un gran número de personas, dada la elevada calidad de sus aguas, ricas en sulfatos y calcio. Pero no es la única reivindicación que lanzan desde la zona. El estado del antiguo campo de fútbol Luis Oliver, refugio de personas sin techo y foco de insalubridad, es una de sus mayores preocupaciones.

El club de fútbol del barrio dejó de usar las instalaciones hace ya una década. Desde entonces, se encuentra en desuso y ha ido degradándose progresivamente. El Ayuntamiento ha comunicado su derribo y los vecinos están conformes. Sariego considera que «a los que viven allí deberían darles una vivienda digna; nuestra intención es poder utilizar el espacio como una nueva zona deportiva», tal y como está catalogado el terreno en el Plan General de Ordenación Urbana.

Guillermo López, vecino del barrio, plantea una opción: «No estaría mal hacer allí la piscina climatizada que nos prometieron en su día». En marzo del 2011, el Ayuntamiento aseguró que el campo serviría para levantar el equipamiento. Estaría listo antes del 2015. Pero de eso no hay nada. «Finalmente, la piscina se hizo en Teatinos», explica Sariego, quien solicita más instalaciones en el barrio.

Hace años que desde el colectivo reivindican un centro juvenil. Llegó a estar presupuestado, pero nunca se realizó. Por ello, apoyan el centro social autogestionado La Madreña. Muchos jóvenes del barrio, como Luis Estrada, acuden. «Es una muy buena opción, donde se hacen cosas interesantes; si no tenemos otra cosa, seguiremos yendo allí», cuenta. El Principado permutó la parcela de La Madreña con Sedes, actual sociedad propietaria del edificio. Tiene la intención de demolerlo y construir viviendas de lujo. Sariego espera que si esto llega a cumplirse, «los jóvenes puedan seguir, al menos, utilizando los bajos».

Poca seguridad

Aparte de esto, la seguridad preocupa, « y mucho», en el barrio. El acceso a la pista finlandesa es «inseguro». Son muchos los que utilizan la carretera de acceso, «sin aceras», por la que numerosos peatones transcurren a diario. Además de para acceder a la senda, la carretera también es utilizada para llegar hasta el centro polivalente Arco Iris, integrado dentro del Orfanato Minero. «Los coches pasan a gran velocidad, y no hay ni siquiera arcenes para poder caminar», lamenta Sariego.

Con más de 20 atropellos en la ciudad en lo que va de año, «la preocupación aumenta». También respecto a las paradas de autobús del barrio. En la calle Fernando Vela y Emilio Alarcos, junto al campus de El Milán, el autobús que llega tanto de Gijón como de Avilés tiene una parada que los vecinos consideran «irregular». La zona, «proclive a los accidentes», requiere también de semáforos. Aunque no es este el único problema que tienen con las marquesinas. Muchas de ellas, encima de pasos de peatones o en rotondas, «deben ser modificadas». Carmen Menéndez se baja de una de ellas y opina que «esto es un peligro tanto para los viajeros como para el tráfico».

Respecto a lo demás, hay «habladurías de que es un barrio inseguro, pero no hay nada». El problema existió, explica Sariego, con las licencias de algunos bares: «Incumplían la normativa, con lo que eso trae de consecuencia, pero aquí no hay delincuencia». En este caso, critican «la pasividad» de la Policía Municipal.

Pumarín, uno de los mayores barrios de la ciudad, con 27.000 vecinos, se ha duplicado en la última década. La asociación Fuente Pando lleva trabajando desde la década de los noventa por convertir Pumarín cada día «en algo mejor». Algo por lo que seguirán luchando.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Pendientes del campo Luis Oliver