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TERRY BASTERRA
Lunes, 4 de febrero 2013, 08:42
El socavón de la carretera nacional 632 a su paso por el concejo de Caravia es el último de una larga lista de hundimientos de tierra en este municipio. Y es que aunque hace más de una década que estos corrimientos no afectan a las viviendas, no hace tanto tiempo (en la década de los noventa) que se hundió una casa casi completamente y otras más presentaron grietas en sus estructuras. Esto hizo que allá por el 2002 el Ayuntamiento optase por paralizar las licencias de construcción en las zonas de Prado afectadas por los hundimientos mientras no concluyesen los estudios que había puesto en marcha el Principado para determinar las causas que originaban aquellos movimientos de tierras.
Tal era entonces la preocupación que el que fuera regidor local en aquella época, Pablo García Pando, no dudaba a la hora de reconocer que existía un «riesgo» de que los hundimientos se reprodujesen especialmente en zonas como el barrio del Cueto o en la calle del Río. Precisamente en esta vía se tiraron años atrás varias viviendas que presentaban desperfectos, pero no fueron las únicas. Y es que una gran grieta cruzó de abajo a arriba la fachada principal de la antigua iglesia de Prado, lo que obligó a derruir el santo edificio a primeros de la década de los 70.
Dos son las posibles causas a las que atribuyen Ayuntamiento y vecinos estos hundimientos del terreno que en la última década se han dejado sentir principalmente en las carreteras del concejo y en fincas agrícolas. Según explica la alcaldesa, Salomé Samartino, el subsuelo de Caravia presenta una gran cantidad de roca caliza, lo que hace que bajo tierra existan numerosos agujeros, como si de un queso 'gruyere' se tratase, que con el paso del tiempo se han rellenado con algún tipo de sedimento. El problema es que estos huecos, normalmente firmes, dejan de ser tal cuando llueve con intensidad y el agua se filtra hasta alcanzar esos agujeros reblandeciendo el sedimento allí acumulado y provocando hundimientos de tierra en la superficie.
Río Melfonso
En este supuesto juega un papel importante la acción del río Melfonso, ya que muchas de las casas donde aparecieron grietas en el pasado estaban próximas a su cauce. Sin ir más lejos desde el Ayuntamiento se considera que el efecto erosionador del río ha tenido mucho que ver en el hundimiento surgido en la N-632, ya que pasa junto a la calzada e históricamente se han producido numerosos argayos río arriba. Por este motivo la alcaldesa considera que «dado el carácter de esta zona sería importante que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico impermeabilizará el cauce a la altura de la N-632 y las viviendas junto al río». De hecho la regidora ya ha solicitado una reunión con el presidente de la Confederación para tratar esta cuestión.
Pero entre los vecinos de Prado se considera que los hundimientos del terreno pueden tener otra causa. Y es que durante décadas en esta zona hubo una gran actividad minera para, entre otros elementos, extraer flúor de la tierra, motivo por el que los residentes aseguran que son numerosas las antiguas galerías que recorren el subsuelo de la localidad. «Preocupación por los hundimientos la tenemos todos los vecinos porque no sabemos por dónde van las galerías, aunque sí estamos seguros de que pasan por debajo de las casas», asegura con la voz que da la experiencia Delfina Sara Francisco Cortes, nacida en Caravia en 1925.
Esta mujer recuerda que la actividad minera «dio mucha vida a este pueblo pero ahora no sabemos en qué parará todo esto». «Las vigas de madera de las galerías con los años se pudren y se hunde la galería. Cualquier día estamos durmiendo en la cama y te despiertas al día siguiente en el cielo», señala con un punto de humor esta vecina que reside a pocos metros de donde estaba aquella vivienda que se tragó el suelo en la década de los 90.
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